“Ser sustentable no es sólo lavar las culpas ni sólo cuidar el medioambiente, sino ser socialmente justo, ser responsable por todo lo que está en mi ámbito de acción, y a partir de ello, también ser económicamente viable.” (Cecilia Goya de Riviello – Directora General de Natura).

Actualmente uno de los términos de moda es la sostenibilidad. Se ha vuelto políticamente correcto hablar de ella; los directorios y los gestores de Empresas comunican y conceptualizan el término en cada oportunidad que se les presenta. Hoy sin duda “vende” hablar de sostenibilidad y sentirse reconocido como alguien que maneja una Empresa sostenible o que está en vías de serlo. Pero, ¿Qué es la sostenibilidad?. El concepto en su origen proviene de la ecología, y tiene que ver con cómo los sistemas biológicos se mantienen productivos con el transcurso del tiempo. Ahora, en el ámbito de la prosperidad humana (Informe Brundtland , 1987), la sostenibilidad consiste en satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones, garantizando el equilibrio entre el crecimiento económico, el cuidado del medio ambiente y el bienestar social. Hoy en día, parte relevante de las Empresas medianas y grandes, ya han adoptado la práctica de emitir periódicamente informes de sostenibilidad. Aquí surge una pregunta natural: ¿sirven para algo?.

En mi opinión, hoy en general, los Informes de Sostenibilidad son una gran mentira. Me parece que reflejan básicamente un ejercicio de relaciones públicas, que trata de mostrar a las empresas que los emiten como muy responsables y comprometidas con el medio. Informan sobre actividades que creen les hará verse bien, evitando reportar lo relevante, que puede no ser tan favorable, escudándose detrás de reportes de actividades secundarias y hasta triviales, pero que según algún asesor comunicacional, pueden ser percibidas como acciones de un buen ciudadano, lo que podría extenderse como imagen a todas las actividades de la Empresa. Es decir, a la vista de cualquier lector imparcial, estos informes se focalizan en la imagen que se proyecta, en buenas fotos y en testimonios editados (de clientes; de proveedores y otros), en los que el comité editorial se asegura de que las cosas buenas sean magnificadas y que las malas sean minimizadas u omitidas.

Dado lo anterior y a partir de lo que es percibido a primera vista, no dan ganas de leer estos informes más allá del titular. Es más, creo que ni siquiera los que los preparan los leen en su totalidad y con consciencia (de ser así, se darían cuenta de lo que hoy percibe cualquier persona).

Regularmente recibo informes o reportes de sostenibilidad que emiten algunas grandes empresas en forma trimestral. El último de ellos hacía referencia a los siguientes temas: Apoyo dado a reclusos para su nivelación de estudios; apoyo a un grupo de adultos a terminar su educación media; convenio firmado con un ente público para colaborar en algunas exposiciones de arte y donación realizada a una fundación que atiende adultos mayores. Esto es lo típico: promoción de algunas actividades realizadas hacia el exterior que podría inducir a que las personas piensen, lo buenos y responsables que somos. Lisa y llanamente, publicidad y parafernalia. Lo curioso y lo que reafirma lo señalado, es que la misma empresa que emitía dicho informe, ha sido cuestionada por algunas prácticas comerciales y por las políticas que sigue respecto a sus empleados (Administración basada en el miedo y la desechabilidad de sus trabajadores, lo que por cierto hoy por hoy tiende a darse en forma generalizada).

“Los clientes no son lo primero. Lo primero son los empleados. Si cuidas de tus empleados, ellos cuidarán de tus clientes” (Richard Branson).

Si una Empresa pretende abordar en serio el tema de la sostenibilidad debería primero mirar hacia dentro y no hacia fuera, que es lo que en gran parte hacen hoy en día. La mayoría de las Empresas están preocupadas de como las ven desde fuera, de cómo  promocionarse (aunque sea a través de actividades menores), y no de cómo se ven y se perciben ellas mismas. Al respecto, las Empresas,  deberían operar igual que una persona.

Si una persona aspira a que cambie y mejore su entorno o realidad, lo primero que debe hacer es detenerse, mirar hacia su interior, trabajarse y a partir de ello expandir su consciencia, fuente de cualquier cambio que conlleve una evolución positiva. Las Empresas por lo tanto, si quieren ser sostenibles deben aquietarse; mirar hacia su interior; salir del simple “hacer”; y entregar sentido y propósito a las personas que forman parte de ella. La sustentabilidad real pasa por colocar a las personas que constituyen la Empresa en el centro; este  debería ser el foco. Cuando esto se da se empiezan a multiplicar en su interior las personas conscientes y a partir de ello se expande la consciencia organizacional y se anula o minimiza el ego colectivo. Esto hace que cambien las actitudes; que cambien las elecciones (se generan acciones conscientes), y que el ser útil y el servir a otros aflore naturalmente.

“El factor humano en las Organizaciones se está convirtiendo en algo insoslayable. Hay que cambiar la mirada; en donde todo lo que se haga considere a las personas y al lenguaje en que estas se relacionan” (Humberto Maturana).

Por lo tanto, la clave para generar sostenibilidad es el “Factor Humano”. Si las personas que conforman una Organización no están bien, no se sienten tranquilas, no tienen propósito ni sentido, trabajan como “robots” en un entorno en donde lo que predomina es el miedo, todo lo que se haga en nombre de la sostenibilidad, sólo es música.

Pareciera que el grueso de las Empresas han perdido la brújula, pues miran y apuntan hacia el lugar equivocado. Hoy por ejemplo están todos hablando de inteligencia artificial, de cómo incorporarla en las Empresas. Los Directorios, aparte de especialistas en números y reputación, buscan hoy expertos en robótica. Pero; ¿Qué papel tienen en los Directorios de hoy los que promueven la humanidad?. Si les preguntáramos a los clientes quién les gustaría que los atendiera en una Empresa, la respuesta creo que sería casi unánime: un ser humano, que sonría, que empatice , y que sea capaz de gestionar una emoción.

Si queremos Empresas sustentables y sostenibles, debemos partir por recuperar la humanidad al interior de ellas. Si esto se da, los efectos positivos hacia el exterior se generarán naturalmente.

Una Empresa, al ser un organismo vivo y comunitario, parte, se sustenta y se proyecta en las personas. Si algún “iluminado” actual, vislumbra un negocio sustentado en la tecnología y no en las personas; eso a lo mejor podrá ser un negocio, pero no una Empresa.

Takeways: Para generar Empresas sostenibles y sustentables, hay que mirar principalmente hacia dentro y no hacia fuera de ellas. Hay que cambiar el foco y los paradigmas vigentes. La sostenibilidad real se sustenta en el “factor humano” y no en la tecnología ni en las meras acciones promocionales.