Según una encuesta de la empresa Gartner, la Inteligencia Artificial eliminará 1,8 millones de puestos a nivel mundial para el 2020 y, en simultáneo, se generarán 2,3 millones de nuevos empleos durante el mismo período. La evolución tecnológica se presenta no como un mero proceso que automatiza distintas actividades, sino que se trata de un progreso natural que debe acompañarse, también, del desarrollo humano.

De esta manera, los líderes de RR.HH de las empresas de todos los tamaños y en todo el globo tienen el desafío de asumir un rol mucho más decisivo para las organizaciones, ayudándolas a que sean verdaderamente digitales y no solamente a que tengan algunas características digitales.

De acuerdo a cifras de la consultora Deloitte, el 56% de las empresas está rediseñando sus programas para impulsar herramientas digitales y móviles, el 33% usa algún tipo de tecnología de inteligencia artificial para proveer soluciones, y el 41% desarrolla activamente aplicaciones móviles para proveer servicios internos de comunicación y recursos humanos.

Sin embargo, estas tendencias solo se adoptan realmente cuando los líderes abrazan este desafío. Los sistemas de comunicación en las empresas hoy en día permiten que se agilicen funciones y operaciones como solicitar servicios o información,  y mejorar la comunicación entre pares. Las herramientas como los chats persistentes y las videollamadas permiten a una organización estar conectada y optimizada en el día a día y tener un contacto más directo entre el líder y el liderado. De ese modo, se puede humanizar y facilitar la participación y la colaboración, a la vez que se automatizan los procesos.

Un claro ejemplo son los ejecutivos de multinacionales que tienen que viajar constantemente para interactuar con equipos de otras filiales, dentro o fuera de su país de origen, o los casos de empresas que actúan en ubicaciones que afrontan adversidades, especialmente naturales (como los huracanes, los terremotos, etc). Allí, la tecnología permite el seguimiento constante del equipo, con más cercanía y precisión.

“En muchos países de América Latina la realidad de la integración de la tecnología en el trabajo es compleja. Debido a la falta de conocimiento y de especialización, las personas que pierdan sus empleos tendrán más dificultades para reinsertarse. El camino está en el conocimiento. Para los profesionales —más grandes o jóvenes, con más o menos experiencia— buscar más capacitación, ejercitar su creatividad y seguir las tendencias, son aspectos obligatorios. Para las empresas, ir más allá de la tecnología en esta nueva organización de la sociedad significa, más que nunca, entender que no hay inteligencia artificial sin inteligencia humana. Es la inteligencia emocional, algo que las máquinas y softwares jamás van a tener, lo que sienta la base para todo tipo de evolución”, explica George Paiva, gerente de Recursos Humanos para América Latina de Orange Business Services.

En la salud, por ejemplo: la inteligencia artificial ya permite garantizar la seguridad de la información y generar órdenes médicas para el paciente, pero aún el seguimiento de un profesional médico es imprescindible. En este contexto, desarrollar habilidades tecnológicas se vuelve esencial en la carrera de medicina —lo que no vemos reflejado en el sistema de educación, atrasado en el proceso de transformación—. Como resultado, se siguen formando médicos que todavía no entienden el mundo digital. Y eso mismo pasa con profesionales de diversas áreas como el derecho, administración, artes, y muchas otras.

Teletrabajo: cuál es el panorama en Latinoamérica

Muchos países en Latinoamérica están dando pasos firmes en pos de habilitar esquemas de trabajo más flexibles. La mayor parte de las empresas autorizan 1 o 2 días de teletrabajo por semana, para algunas áreas, aunque hay empresas que autorizan hasta 4 día según la función. A nivel de reglamentaciones y normativas gubernamentales, en Brasil legalizaron la práctica del teletrabajo a fines del año pasado; y en Chile se está impulsando la ley de teletrabajo.

En Argentina, hay 970 mil argentinos que realizan home office, donde  170 mil directamente no concurren a la oficina o asisten muy de vez en cuando,mientras que los 800 mil restantes son teletrabajadores mixtos, un sistema que combina tareas a distancia con presenciales. La Ley de Contrato de Trabajo (LCT) no contempla entre las condiciones posibles el teletrabajo, aunque existen resoluciones del Ministerio de Trabajo y de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo que establecen lineamientos generales de esta modalidad laboral. El marco normativo del teletrabajo es aún incompleto ya que solamente se han establecido pautas generales relativas a las condiciones de trabajo, condiciones de la seguridad e higiene y las obligaciones de las partes, entre ellas la obligación del empleador de brindarle al trabajador/a una silla ergonómica, un matafuego, un botiquín de primeros auxilios y un mouse pad.

En Chile, desde el 1º de abril de 2017 entró en vigencia la Reforma Laboral para definir las reglas que enmarcan la figura del teletrabajo. Sin embargo, todavía existen muchas empresas chilenas que se resisten a implementarla. Y el año pasado se comenzó a discutir un proyecto de ley impulsado por el gobierno que regula los empleos a distancia, a lo que se suma la intención de crear el “día del teletrabajo”.

En este escenario, es imposible no preguntarse cómo será el ambiente de trabajo del futuro. Según la encuesta World at Work, el 89% de las empresas en Estados Unidos ya poseen prácticas estructuradas para el  teletrabajo. Un ejemplo muy interesante es el de la empresa Automattic, dueña de la plataforma de blogs WordPress, que cerró su oficina de San Francisco (EEUU), y pasó a permitir que sus 500 colaboradores trabajara desde donde ellos quisieran.

“Es importante resaltar, que el trabajo remoto va mucho más allá de dejar al empleado libre para trabajar desde cualquier lugar. No basta con conectarse al correo electrónico corporativo desde un smartphone, o a la red de la empresa usando internet de casa. Es necesaria una estructura que englobe la política de movilidad de la organización, haciendo posible la estrategia de implementación y de gestión de las plataformas y de las aplicaciones utilizadas por los colaboradores remotamente. Esto permite garantizar el acceso a la información y la interacción con otros miembros del equipo de la empresa en cualquier ambiente”, agrega Paiva.

Asimismo, esta modalidad de trabajo trae desafíos de conectividad para la creación de un espacio de trabajo totalmente digital (o digital workspace); lo que genera un cambio más profundo en las organizaciones, a través de la utilización de herramientas que promuevan la colaboración, no sólo entre colaboradores, sino también con clientes, socios y proveedores.

Muchas empresas todavía se resisten a la adopción de este método por creer que no es posible tener la misma interacción permitida en el ambiente físico. Para ello, las plataformas para conversaciones corporativas en grupo y pantallas interactivas, pasan a permitir debates sobre proyectos, compartir ideas, sugerencias de mejoras e involucrar al cliente en el trabajo en tiempo real, componiendo este digital workspace, que crea una dinámica mucho más flexible de comunicación entre equipos, ya sea por audio, vídeo o mensajes de texto.

“Si el teletrabajo ya es una realidad como presenta el estudio Oxford, tenemos que imaginarnos un ambiente digital acondicionado para la interacción, que realmente proporcione la conectividad necesaria para que el trabajador no necesite estar en una oficina física. El nuevo ambiente de trabajo, a partir de eso, pasa a ser compuesto no sólo por la oficina a la que ya estamos acostumbrados, sino que hace posible trabajar desde múltiples lugares: un taxi, cafetería, casa de campo o de cualquier otro lugar que el empleado desee. Además el teletrabajo y el homeoffice le aportan tiempo extra al empleado que puede invertir en otros intereses que aporten a su calidad de vida (ir al gimnasio, viajar menos, pasar más tiempo con la familia, o realizar un hobby)”, finaliza Paiva.

Este es el futuro del trabajo, que también implica una verdadera modificación estructural en las empresas. Además de una tecnología flexible, los procedimientos internos deben seguir la misma línea. Por ejemplo, pierde importancia un rígido control de horas trabajadas y el trabajador necesitará ser evaluado por resultados alcanzados. Además, la visión de liderazgo tradicional debe modificarse. Los líderes de la compañía necesitan comprender que, en un ambiente conectado, donde todos pueden opinar e interactuar, la colaboración debe ocurrir de manera totalmente horizontal, flexibilizando la tradicional estructura rígida en forma de matriz vertical.

Contar con una política formal de movilidad -que englobe estrategia de gestión, de medición de resultados y de implementación de programas, plataformas y aplicaciones- son puntos cruciales en la adopción del home office. Con la transformación digital y las nuevas generaciones de profesionales – más conectados y atentos a la calidad de vida -, el home office y la colaboración representan un camino sin retorno. La empresa que se anticipe seguramente tendrá una ventaja competitiva en la conquista de los mejores talentos.

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