Las primeras impresiones juegan un rol fundamental en nuestra sociedad, sobre todo en el ámbito laboral, donde nos vemos enfrentados a situaciones cotidianas como: postular a un trabajo -y/o entrevistar a un candidato-, impresionar a terceras personas que conocemos por primera vez -ya sean clientes, jefaturas y/o colegas-; y, cuando queremos empezar a ampliar nuestras redes de networking.

Ante esto, parece importante preguntarnos: ¿Serán tan decisivas las primeras impresiones? La verdad es que, tras años de exhaustivos estudios e investigaciones respecto a este tema, prestigiosos psicólogos, neuro-cientistas y programadores neuro lingüísticos -entre otros profesionales-, han llegado a la conclusión de que las imágenes que nos hacemos de un otro y/o de situaciones particulares, se quedarían grabadas de manera inconsciente en nuestros registros mentales y serían muy difíciles de revertir.

Uno de estos investigadores más contemporáneos es Alexander Todorov de la Universidad de Princeton, quien tiene una serie de interesantes papers disponibles sobre el poder de la primera impresión, donde incluso ha llegado a aseverar, que bastarían sólo 40 milisegundos para establecer un juicio de la otra persona basada en una fotografía, es decir, el tiempo que dura un parpadeo.

Para Todorov, en esos 40 milisegundos nos formaríamos muchas veces opiniones que son determinantes y superficiales de los demás, cuando, a su juicio, debiésemos aprender a dejar pasar las señales visuales más evidentes como la apariencia física y las impresiones fugaces, a modo de poder empezar a “racionalizar” este proceso, que tiene consecuencias importantes como elegir a políticos que consideramos más aptos para gobernar o confiar en las capacidades profesionales de quién tengo enfrente.

Si bien está comprobado que al momento de establecer una impresión inicial de la otra persona nuestra actividad neuronal estaría centrada en tres áreas específicas del cerebro, que serían la Amígdala, Tálamo y el Cortex Cingular Posterior, todas fiel representantes de nuestras emociones, sí existiría la posibilidad de “racionalizar” este proceso cuando tomemos consciencia de dar el siguiente paso.

¿Cuál es el siguiente paso?

No se trataría sólo de prestar atención a las palabras que dicen nuestros interlocutores, si no que a factores implícitos más complejos de descubrir. El discurso sí es parte importante de nuestros procesos comunicacionales, pero como diría Albert Mehrabian, existen otros elementos aún más prioritarios que se refieren a nuestros Canales Paraverbales (el cómo lo decimos: en cuanto a la entonación, ritmos, volumen, pausas, énfasis, etc.) y nuestro Lenguaje No Verbal (el cómo nos movemos: en cuanto a los desplazamientos, gestualidad, usos de espacios físicos, etc.).

Para Mehrabian, en los procesos comunicacionales donde expresamos emociones, de un 100% de la atención que la otra persona está prestando en nosotros, se estaría fijando: un 7%  en el contenido mismo de nuestras palabras, un 38% en el cómo lo decimos y un 55% en los movimientos corporales que acompañan a nuestro discurso.

Volviendo a la idea anterior y, para poder pasar en este punto de la teoría a la práctica, hablamos sobre ciertos factores implícitos de las primeras impresiones a los cuales podríamos comenzar a prestar atención cuando postulemos a un trabajo, estemos entrevistando a alguien, queramos causar un impacto positivo en personas que estamos recién conociendo y queramos ampliar nuestras redes de networking.

¿Cuáles serían estos factores?

1. Comenzar a tomar consciencia de nuestros propios movimientos corporales y los del entorno, centrándonos principalmente en la gestualidad facial y de las manos.

Para esta tarea,  recomendamos concentrar la atención en una persona que admiramos y que podamos “investigar” visualmente durante al menos un mes, así como también sería ideal que alguien de nuestra confianza pudiese observarnos el mismo período de tiempo, con el objetivo de:

  • Analizar si tenemos movimientos reiterativos
  • Analizar si hay gestualidades especiales que caracterizan a la persona que admiramos

2.- Cuando escuchemos en nuestra cotidianidad a alguna persona hablando más de 15 minutos, ya sea en reuniones, presentaciones, charlas, etc., intentemos descubrir en esos discursos que nos ha cautivado más:

  • Qué tipo de voz podría tener la otra persona: si es más aguda, grave o intermedia
  • Su volumen: si habla fuerte, bajo o intermedio
  • Si  hace algún tipo de pausas o enfatiza en algunas palabras

3.- Tener en consideración el lugar físico que nos separa de nuestros interlocutores, que podría ser muy próximo (desde 15 cm de distancia), medio (desde 46 cm de distancia) o más lejano (desde 120 cm de distancia), con el objetivo de ir entendiendo que cada uno de nosotros tiene distintas formas de percibir los espacios de interacción.

Con estos tres primeros pasos, podremos acercarnos a conocer los elementos que inciden en las primeras impresiones, los cuales van más allá de consideraciones evidentes como el vestuario y la apariencia física, y que nos podrán ayudar para ir entendiendo cómo vincularnos de una forma más exitosa con las otras personas incluso desde el comienzo.

Si quieres más información al respecto puedes escribirnos a [email protected], donde podemos enviarte papers, estudios y/o presentaciones, para profundizar en temas vinculados al desarrollo de la Imagen Personal y Profesional.

Takeaways: Las primeras impresiones tienen que ver con la imagen mental que me hago de la otra persona, en base a un encuentro social presencial o incluso de forma digital. En el ámbito laboral,  las primeras impresiones son esenciales, en tanto pueden determinar si soy escogido para un trabajo o tengo la capacidad para generar nuevas relaciones comerciales. Pero, en lo concreto ¿Serán realmente tan importantes en nuestras acciones diarias?