Las empresas de tecnología están empeñadas por hacer un cambio en la selección de sus empleados. Todo comenzó en 2014, cuando las grandes compañías como Apple, Microsoft, Google y Facebook decidieron publicar voluntariamente informes de diversidad, prometiendo hacerlo mejor. ¿Por qué? Porque era un secreto a voces que la industria tenía un problema de sexismo, pero en ese entonces ningún caso específico parecía tener repercusiones reales para esas empresas.

Muchos repiten como mantra que Silicon Valley es el edén para el desarrollo tecnológico, pero lo que no dicen es que no lo es para la mujer. La declaración de Susan Fowler, ex Ingeniero de Uber, sobre sus desafortunadas experiencias en esa empresa puso el foco en el hostil ambiente de trabajo que sigue prolongando la brecha laboral de género en la industria Tech.

Durante años, los reguladores, legisladores, académicos y los medios de comunicación han empujado a Silicon Valley a cambiar algunas cosas. De hecho, la primera Gerente de Producto en Google, Nancy Wang, creó una organización sin fines de lucro para combatir el sexismo en la tecnología. Sucede que las cifras de esta industria muestran que las mujeres representan solo el 26% de la fuerza laboral, mientras que en la gestión de productos ese número se reduce al 5%. Lo que Wang quiere es ayudar a las mujeres a cambiar la proporción.

Por otro lado, el “Me Too” en el área de la tecnología no ha sido fácil. Son pocas las mujeres que han podido denunciar acoso. Esto debido a que las cláusulas de arbitraje, generalizadas en los acuerdos laborales, han obligado a las víctimas de acoso sexual a resolver las quejas en silencio fuera de los tribunales en lugar de participar en una batalla legal, lo que representa una barrera. Además de las cláusulas de separación, que evitan que los empleados hablen en contra de sus ex empleadores es la tónica de la industria.

Finalmente son esas políticas corporativas ambiguas, aunadas a una baja representación femenina en cargos de liderazgo, las que vulneran aún más a la víctima y mantienen al victimario en una zona protegida. Además, esto se contradice con estudios importantes. Sin ir más lejos, el 2017 las empresas con juntas directivas y mayor diversidad registraron más ganancias y tuvieron valoraciones más altas de acuerdo al Reporte de Género 3000 del Credit Suisse.

En el último mes, la guinda de la torta para acabar con el tema del acoso la puso Google. Hace unas semanas centenares de trabajadores de la compañía en todo el mundo clamaron «basta ya» y «el tiempo se ha acabado» en una marcha en contra de las denuncias de casos de acoso sexual del gigante tecnológico.

La protesta de Google, llamada «Paro por el cambio real», promovida en redes sociales con la etiqueta #GoogleWalkOut, se celebró una semana después de que el prestigioso diario The New York Times detalló acusaciones de conducta sexual indebida contra el creador del software Android, Andy Rubin. Según el reporte, Rubin recibió una indemnización de US$ 90 millones en 2014, pese a que Google concluyó que las denuncias en su contra eran creíbles. Rubin calificó el artículo del Times de inexacto y negó las acusaciones en Twitter. Un caso que muestra la importancia y urgencia de generar una mayor igualdad de género en las empresas.

Takeaway: Las empresas de tecnología están en deuda con la diversidad de género dentro de sus filas. Esto se ha traducido en una especie de movimiento “Me Too” que clama por mayor respeto y por denunciar las conductas de acoso sexual.