Una de las preguntas que nos hacemos muchos actualmente es : ¿Qué está pasando en nuestro país?. Parece que de pronto nos hemos dado cuenta que estamos llenos de “sinvergüenzas” y de personas que al parecer no distinguen lo que es bueno o malo, correcto o incorrecto, lo que se debe y lo que no se debe hacer. Y esto es aplicable a todos los ámbitos : Empresas ; Sector público; Sector privado ;Autoridades políticas ; Organizaciones sindicales ; Iglesias ; Fuerzas Armadas etc. No vamos a enumerar casos ya conocidos, pero sin duda hay una sensación ambiente de que donde se remueve algo y se levanta una piedra, asoma la podredumbre y la putrefacción.
Al respecto, en las autoridades y en la sociedad en general cunde el desconcierto y el “no saber qué hacer”, lo que se refleja en acciones que no son más que “palos de ciego”. Lo perdida que en general está la sociedad respecto al concepto y significado de la ética, quedó bien demostrado cuando hace un tiempo atrás la justicia chilena condenó a los imputados por la colusión de las cadenas de farmacias a asistir a un curso de ética empresarial. Realmente insólito.
En relación a esto hay que comentar, que al menos en el sentido tradicional, la ética no puede enseñarse. No hay curso de ética, ni siquiera uno dictado por Aristóteles, que pueda por sí solo reformar a un delincuente. Tampoco es un tema que tenga que ver con cambiar o ajustar las normas, leyes o incentivos. La ética en su esencia no tiene nada que ver con el conocimiento y va mucho más allá de lo meramente legal.
¿Dónde está entonces la fuente de la ética?
La verdadera ética es hija de la sabiduría y esta proviene de la consciencia. No de los códigos de ética, leyes o de lo que dicta una Gerencia de Responsabilidad Social. La ética se relaciona con la reflexión sobre la moral, o dicho de otra forma, sobre los valores y costumbres que guían el comportamiento humano en la sociedad. Si bien, costumbres (morales) pueden haber muchas, la ética es una y está en nuestra consciencia.
El ser humano, por el hecho de serlo, tiene un conocimiento interno que nos dice lo que es bueno y lo que es malo. También nos dice que la ética no puede ser selectiva, es decir se aplica con todos y en todas las circunstancias. A este respecto, llama mucho la atención en el ámbito empresarial, el que muchas personas se comportan de una manera entre el viernes por la tarde y el Domingo por la noche, y de otra muy distinta durante la semana. Es decir, practican sólo una ética de fin de semana, lo que a fin de cuentas no es ética.
La ética se asocia a la integridad, que no es otra cosa que hacer lo correcto en todo momento y circunstancia y aun cuando nadie nos esté mirando.
Si tenemos la ética incorporada: ¿Por qué entramos en contradicción con ella?
Todos, sin excepción, experimentamos en mayor o menor grado contradicciones con la ética, es decir enfrentamos dilemas éticos que no sabemos canalizar adecuadamente. La razón de esto es que como seres humanos vivimos en una ”dualidad” permanente, producto de la convivencia con nuestros dos “Yo”, que se expresan metafóricamente en dos voces que nos hablan permanentemente.
Una, que es la voz que normalmente escuchamos con mayor potencia y frecuencia, es la voz del Ego, esa identidad falsa con la que nos identificamos y que en el fondo opera como “piloto automático” de nuestro cuerpo físico, mental y emocional, en ausencia del “conductor” que es nuestra esencia. Si bien el Ego nos permite funcionar en la vida cotidiana, hay que tener en cuenta que él se alimenta de lo externo, de las formas; y que se mueve por el miedo, la imagen, el reconocimiento, el poder, el control, la competitividad, y pone su foco en el futuro. Este Ego nos habla a través de la mente y de los miles de pensamientos que nos inundan día a día.
La otra voz, es la voz del “Conductor”, nuestra identidad real, nuestra consciencia, el “Yo Soy”. Esta es una voz tranquila, pacífica y que no depende de lo externo. Vive en el presente y está siempre dispuesta a ayudar. Cuando logramos conectar con ella, nos dice lo que está bien y lo que está mal. Aquí no hay dilemas éticos. Los dilemas y las contradicciones se mueven en el ámbito del Ego, el que funciona en base a respuestas condicionadas y automáticas, lo que dificulta su control si es que no estamos centrados. Ahora, nuestra voz interior, que es la voz de nuestra consciencia, nos habla principalmente a través de la inspiración, intuiciones y sensaciones corporales.
¿Qué podemos hacer para conectar con nuestra consciencia, y escuchar esa voz interior que nos permita tomar una acción correcta?
1. Practicar la “auto-observación”, que implica detenernos un momento, entrar en el silencio y conectar con nuestro cuerpo a través de la respiración consciente. En el estado de calma y claridad que se generará observaremos la opción o acción que vamos a escoger en el instante presente (aquí y ahora). El simple hecho de observarla ya la trae a la consciencia.
2. Practicar al estar en silencio la atención plena, que nos permitirá percibir los mensajes o sensaciones, que nos envíe nuestra consciencia. Al conectar con el presente, entramos en una frecuencia en la que el Ego se acalla y deja de interferir. De pronto y sin mayor esfuerzo, nos inundará una sensación de certidumbre, respecto a lo que hay que hacer y cuál es la acción correcta.
3. Si después de lo señalado, aún tenemos alguna duda, podemos apoyarnos en tres preguntas muy concretas y en una regla ; las que deberíamos responder y aplicar no desde la cabeza, sino desde el corazón, en un estado de presencia y atención plena:
- ¿Cuáles son las consecuencias de escoger este camino?
- ¿Es correcto lo que voy a hacer?
- ¿Traerá esta decisión felicidad para mí y quienes me rodean?
Aplicar la “regla de oro”: “No hacer a otros lo que no me gustaría que me hicieran a mí”. La ejecución de esta regla en consciencia, nos disipa cualquier duda respecto a lo que hay que hacer.
De lo señalado, se deduce que el camino hacia lo ético y la acción correcta, pasa por nuestra capacidad de conectarnos con nuestra esencia, con lo que somos, con aquel lugar donde no hay cabida para los dilemas éticos. La acción correcta normalmente no tiene nada que ver con las acciones egoicas a las que estamos acostumbrados, las que se alimentan del miedo y de la consecuente necesidad de protección y acumulación.
Por lo tanto, la invitación es que las Organizaciones, en vez de llenar a las personas con normas, teorías y conceptualizaciones, comiencen a trabajar lo vivencial , enseñándoles a reconocer cuando hay un dilema, a parar, a estar presentes, a cultivar la plena atención, y a conectarse con su ser interior (Consciencia), donde están todas las respuestas.
Takeaways: En la actualidad, todos percibimos que hay un problema mayor con la ética en nuestra sociedad. Al contrario de lo que muchos piensan, la solución no está en las leyes, las normas, los incentivos, ni tampoco en los cursos tradicionales de ética que hoy demandan muchas Organizaciones. Hay que trabajar con las personas desde otro foco y perspectiva: hacer que aprendan a conectar desde la experiencia con su consciencia, con el “Yo Soy”, donde no hay cabida para los dilemas éticos y donde se encuentran todas las respuestas para generar acciones correctas.