“Yo no soy solo esto que se extiende entre mi sombrero y mis zapatos” (Walt Whitman).

Uno de los principales dramas que viven las Empresas y Organizaciones de hoy, es que están llenas de “personajes”. Un “personaje” es alguien que se esconde detrás de una máscara ; que en su esencia no es él; que ha sido abducido por el rol o función que desempeña en determinado momento, lo que implica que actúa y se comporta de un modo sustancialmente distinto, dependiendo de dónde esté. Y con esto no me refiero a matices que necesariamente van asociados a los roles que uno va desempeñando a lo largo de su vida, sino a temas de fondo: como somos, como nos relacionamos, como aplicamos la ética y los valores en el puesto de trabajo, como tratamos a los demás y como vivimos nuestro día a día.

Al respecto, siempre me ha llamado mucho la atención el “desdoblamiento” que experimentan muchas personas: son unos en su vida personal de fin de semana y otros sustancialmente distintos en el ámbito laboral. En la esfera de la vida personal, muchas veces uno ve bellísimas personas: decentes, cariñosas, cercanas, abiertas a los demás etc. Pero lo curioso es que estas mismas personas en el ámbito laboral, no pocas veces se transforman del cielo a la tierra: distantes, abusivos, despóticos, poco empáticos; de ética cuestionable etc. Lógicamente en esta transformación hay grados, pero mi percepción es que es algo bastante generalizado. Si por un momento hacemos abstracción de los efectos nocivos que esto tiene para cualquier Organización, el tema resulta bastante divertido. De hecho, siempre he pensado que podría ser fuente de inspiración para la rutina de algún humorista.

Me ha tocado conocer de cerca a muchos profesionales que al ser nombrados en un cargo de responsabilidad superior, como una Gerencia de Área o Divisional, han experimentado una transformación total. Y estoy hablando de personas que en su “vida anterior” destacaban por su inteligencia, cercanía, decencia, empatía y otros atributos que los hacían parecer personas normales. Pero de pronto, al verse desempeñando otro papel, supuestamente más importante, ocurre la magia, se transforman :ya sienten que no deben almorzar en el casino del personal, necesitan un comedor especial; si antes utilizaban el metro para trasladarse, ahora sienten que esto no va con ellos, por lo que necesitan moverse en automóvil, y por supuesto, no en un vehículo cualquiera; sienten la necesidad de tener una oficina con los aditivos que le den prestancia a su nuevo rango; de ser personas que comían de todo y se alimentaban normalmente, ahora de pronto su dieta cambió (mucho palmito, lechuga hidropónica, algún corte de carne seleccionada y poco más. Platos esqueléticos pero bien adornados, Ofrecerles un plato de legumbres puede ser considerado un sacrilegio); de ser personas abiertas y cercanas, se transforman en individuos distantes, que están por allá arriba, que trabajan a puerta cerrada y por supuesto con resguardo de algún staff especial; ahora hasta caminan y hablan distinto; ya no saludan, no hacen bromas ni se ríen como antes.

Si bien el ejemplo que comento, se refiere a ejecutivos de nivel medio o superior, en donde probablemente sea más común y notorio el tema del personaje, hay que tener en cuenta que esto se da en todos los niveles de una Organización y en todos los tipos de Organizaciones. Por ejemplo hay personajes que son cajeros, secretarias, guardias, empleados administrativos, académicos etc.; y hay áreas especialmente sensibles a este tema, dado que por sus características son terreno fértil para su aparición: Áreas de Cobranzas; Áreas técnicas como Informática o las mesas de dinero de los Bancos. Desde mi perspectiva este es un problema mayor, que afecta dos pilares esenciales de cualquier Empresa u Organización: la generación de comunidad y la entrega de servicio.

Ahora, la pregunta que surge es: ¿porque ocurre esto?. La respuesta se resume en una palabra: Ego. Cuando uno interpreta roles y se mimetiza con ellos, significa que el ego se ha apoderado de nosotros; esa “voz” que nos está permanentemente hablando y que tiene una agenda propia de protección y fortalecimiento de su identidad falsa. Este es uno de los principales problemas que se da en la formación de líderes. Cuando se dicta un Taller de Liderazgo, muchas veces uno tiene enfrente “personajes”, que están resguardados por una coraza que es su ego. En este escenario, cualquier cosa que se plantee, entra por una oreja y sale por la otra, Sólo se va a asumir lo que le de vigencia o fortalezca a ese ego. Por lo tanto, lo que hay que hacer es “matar” o “anular” al personaje, para así conectar y comunicarnos con la persona que hay detrás. Si uno quiere conectar con alguien, la única forma de lograrlo es de persona a persona. Jamás podrá haber comunicación de verdad ni conexión, si cualquiera de los dos que interactúa es un personaje. Por lo tanto, de lo dicho se desprende, que la existencia de un “personaje” y el liderazgo son absolutamente incompatibles.

“Cuando tú eres tú, ves las cosas como son y te haces uno con lo que te rodea”(Maestro Zen Shunryu Suzuki)

Para anular al “personaje”, hay que trabajar en dos ámbitos:

Generación de Autoconsciencia : A partir del parar y conectar con la quietud y con nuestra corporalidad, debemos ser capaces de reconocer poco a poco esa “voz” que nos está hablando todo el día a través de nuestra mente. Este sólo hecho la irá desactivando y hará que aparezca nuestra esencia: la persona que somos. Por lo tanto, el practicar el parar, el sentarnos y el sentirnos, es clave para que aflore nuestra verdadera naturaleza. Cuando la expresamos somos seres humanos. Cuando no lo hacemos o vivimos representando un papel, existimos pero somos un engaño; hemos perdido nuestra humanidad. Cuando logramos conectar en algún grado con nuestro yo verdadero, no hacemos lo que hacemos para obtener alabanzas o una posición; no intentamos desempeñar un papel. El entorno no nos arrastra. Simplemente somos nosotros.

La respuesta a la pregunta, ¿quién soy yo?, empieza a surgir naturalmente. De pronto nos damos cuenta de que no necesitamos ser alguien, ni ser prisioneros de una función específica. Podemos asumir ciertas características que tenga una función, pero sin dejar de ser persona. Podemos no identificarnos con el papel. Como alguien dijo: ”Se un buen y eficiente Gerente, pero no te conviertas en uno. No andes por la vida representando el papel de Gerente”. No debemos permitir que los roles se asienten en nosotros. Debemos ser como un buen actor, que interpreta muchos papeles, es versátil, aporta todo lo que puede al papel, pero tiene un registro que lo caracteriza. En el contexto de lo que estamos hablando, ese registro es ser persona.

Cultivar la energía de la atención plena: El elemento activador de la consciencia por excelencia, es la atención plena, ese estado de alerta que nos permite dirigir nuestra atención total hacia lo que estemos haciendo, Así se origina lo que se denomina presencia; estamos realmente presentes, somos totales en nuestro quehacer. Ahora, cuando uno es total en lo que hace, no hay dualidad, no hay logro. Sí hay comprensión, la que incuba poco a poco la energía de la compasión. En este estado, lógicamente no hay espacio para el personaje. De estar en algún lugar como una función o un rol, nos transformamos en un campo de presencia consciente. Uno ve las cosas como son y se unifica con lo que le rodea. El modo de trabajar en “piloto automático” (característico de los personajes), se desactiva totalmente.

 “La invitación para los que quieren ser líderes de verdad, es a ser conscientes de sí mismos y a ser auténticos en el puesto de trabajo. El mensaje es muy simple: se tú mismo.” (Janice Marturano ).

La materia prima para un liderazgo transformador, es la persona, no el personaje. No se puede construir nada que inspire o trascienda a partir de un personaje. Este puede mandar, puede obtener algunos resultados, pero no va a dejar huellas que marquen a la Organización y a sus equipos.

Puede haber personas distintas, más o menos evolucionadas desde el punto de vista de la consciencia, pero si son ellos, son auténticos, pueden evolucionar. Por el contrario, un “personaje” vive en la inconsciencia total, en una ilusión, por lo que para trabajar con él se requiere un paso previo: eliminarlo y hacer el cambio de chip.

Por lo tanto y a modo de conclusión, se debe tener claro que el sustento básico para convertirse en un líder auténtico es ser simplemente persona, ser uno, actuar desde el Ser todos los días, cada hora, cada instante. Se trata en suma de una acumulación de pequeñas actitudes y acciones que por sí solas pueden parecer hasta inútiles (saludar, mirar a los ojos, escuchar de verdad, ponerse en el lugar del otro). En definitiva se trata de ser consistentemente persona. Como alguien dijo: “La prueba del liderazgo  es cuando le preguntas a alguien como va su día y realmente te importa la respuesta”.

Takeaways:
El Liderazgo auténtico lo generan las personas, no los “personajes”, una ilusión construida por el Ego a partir del rol o función que se desempeña. Lamentablemente, las Empresas y Organizaciones de hoy están llenas de “personajes”, que no tienen consciencia de sí mismos y que viven y trabajan en modo “piloto automático”. Hay que buscar la forma de recuperar a las personas que hay detrás de ellos, único camino para generar líderes de verdad y mejores lugares para trabajar. Este es uno de los grandes desafíos de hoy.

Foto de Fatih Kılıç en Unsplash