“Un líder no mira con los ojos; mira con el corazón. Un líder no mira desde la posición que tiene, sino desde lo que es, desde su Presencia.” (El Autor).

Una persona cualquiera percibe y sabe interiormente que está frente a una persona – líder, cuando se encuentra con su mirada. Es una mirada distinta: directa, franca, transparente, luminosa y envolvente. Es una mirada profunda, que lo abarca todo, que magnetiza y que transmite una energía indescifrable.

Cuando uno conversa o hace contacto con dicha persona – líder, se siente conectado y comunicado a través sólo de la mirada, cuya hondura hace que nos sintamos vistos, considerados y comprendidos. Las palabras sobran. La mirada dice, transmite y comunica todo.

Los testimonios de personas que han tenido la posibilidad de conocer o estar cerca de líderes de excepción que han dejado huella, siempre reportan lo mismo: la mirada distinta, especial, y la energía que transmite. La mirada es el reflejo del alma, del grado de consciencia del líder y de su nivel de trabajo interior. Es el canal principal por donde se expresa y fluye el divino don de la Presencia.

Para lograr dicha mirada un prospecto de líder debe trabajarse en dos niveles. En el primero, aprendiendo a mirar en distintas direcciones, lo que le permitirá evolucionar y expandir su consciencia.

  1. Hacia dentro: para saber quiénes somos; conectar con nuestra naturaleza original y expresarla. Implica generar autoconsciencia a través de una observación permanente de nuestras turbulencias mentales y emocionales. Nos damos cuenta de que somos el que observa.
  2. Hacia atrás: para en un estado de absoluta quietud y serenidad, no olvidar nunca de dónde venimos.
  3. Hacia adelante: para no perder de vista el camino y saber adónde vamos, unificándonos con el momento presente y practicando la atención plena.
  4. Hacia arriba: para tener claridad de que hay algo que nos sostiene y nos protege, lo que genera una profunda confianza en la vida.
  5. Hacia los costados: para ver con quien interactuamos en cada instante, calibrando el momento y generando actitudes conscientes.
  6. Hacia la mente concreta: para usar todo su potencial a nuestro favor, visualizando y creando.
  7. Hacia Abajo: para fijarnos siempre con un espíritu compasivo si no estamos pisando a alguien en el camino.

Estas miradas previas, trabajadas con constancia y dedicación, son la base primaria, los cimientos sobre los que se sustentará la mirada consciente del líder.

Ahora, hay un segundo nivel que un líder debe trabajar y profundizar: aprender a mirar al otro con un elevado nivel de consciencia.

“La verdadera grandeza consiste en hacer que todos se sientan grandes” (Charles Dickens).

Pasado el primer nivel ya comentado, un líder tiene claro que su “mirada” puede cambiar a las personas.

Cuando se mira a otro como un tesoro, como algo único, como algo que tiene un valor infinito, todo cambia. Un líder sabe que nunca hay que dar a nadie por perdido. Sabe que todo ser humano es grandeza en potencia, y que esta se activará a partir de la mirada que él le ofrezca y le regale. Un líder de verdad mira y trata a todas las personas como si tuvieran potencial, aunque no lo hayan expresado.

Un líder debe afanarse en cultivar su “mirada apreciativa” como la denomina el autor y escritor Alex Rovira. Una mirada que emana desde la consciencia, que está teñida por la energía del amor, y que tiene en cuenta a los demás donde el yo se convierte en nosotros. Una mirada que mira y valora todo y a todos. Una mirada que se alimenta de claridad y pureza (mirada de “principiante”), y que tiene la voluntad de reconocer y comprender la singularidad y belleza de cada persona, elemento u objeto que estemos observando.

Es una mirada sencilla, llana pero profunda, que aspira sólo a ver, a ver claro, dejando fuera cualquier juicio, prejuicio o pensamiento crítico. Sólo ver de verdad lo que hay al otro lado; sin ningún tipo de contaminación.

Es una mirada sencilla que pone el foco en las virtudes, los dones, la belleza; y no en los defectos ni en lo negativo. Desde aquí se sugiere, se aporta, se colabora y se construye.

En suma, un líder debe trabajar su mirada desde dentro hacia fuera, y nutrirla permanentemente por cuatro verbos: Amar, Creer, Valorar y Potenciar. El efecto será que cuando alguien sea mirado por un líder de verdad, se sentirá como alguien especial, único, que es valorado por lo que es y que está llamado a desplegar su mejor versión, regalándole al mundo sus talentos.

Takeaways: Un líder se reconoce por su mirada y transforma a los demás a través de ella. El que quiera aspirar a un liderazgo efectivo y transformador, debe trabajar sí o sí los dos niveles que le permitirán perfeccionar su mirada.