En mayo del 2020, que será recordado como el año de la pandemia, murió Jimmy Cobb, el último de los participantes en la grabación del disco de Jazz más vendido de la historia; Kind of Blue.  KOB no sólo tiene ese record, sino que según los fanáticos y los entendidos es un disco que cambió el rumbo del jazz, agregó frescura y magnetismo a una disciplina a veces críptica y masificó el gusto por el ritmo compasado en buena parte del orbe. 

Quienes participaron en la grabación de Kind of Blue recuerdan que Miles llegó a las 2 sesiones de grabación que tuvieron (si, el disco se grabó en apenas 2 días) con bocetos de las melodías y algunas breves instrucciones para cada uno. Luego comenzaron a tocar, a hacer cada uno lo que mejor sabía hacer. Había confianza absoluta de unos con otros. Esto tiene como resultado un trabajo excepcional, con un “sonido democrático” y una estética expresionista que hasta ese momento no había sido vista en la escena musical. 

Es en este punto donde quiero detenerme un segundo. El liderazgo de Miles Davis puede ser en buena parte el origen del éxito de este disco en particular y de su carrera en general.  Miles siempre se rodeó de los mejores, gente con grandes talentos musicales, muchos de ellos con prominentes carreras posteriores. Casi todos ellos destacan las características excepcionales que tenía trabajar con él.  Creativo, de pocas palabras, enamorado de su trabajo son algunas de las características que se pueden escuchar. Sin embargo, y probablemente lo más destacable, era su método para trabajar, la forma que tenía de liderar el proceso creativo de sus compañeros, dándole gran importancia a la creación colectiva, entregando también auténticos espacios de protagonismo a aquellos que había escogido para compartir el camino musical. 

Un dato no menor es que entre las dos sesiones de grabación de KOB (2 de marzo y 22 de abril de 1959) se grabó parte de otro de los grandes discos de esta parte de la historia musical. Me refiero a Giant Steps de John Coltrane ¿Qué tiene esto de particular? Que Coltrane era el saxofinista de la banda de Miles Davis. Es decir, el proceso y la carga creativa era tal que trascendía los límites del quinteto. Que podías estar un día participando en el disco del líder de la industria en ese momento y días después podías estar grabando tu propio disco, con toda libertad de expresión, sin celos profesionales, sin intenciones mezquinas. Tres de los miembros de la banda de Miles participaron en la grabación del disco de Coltrane.

Una de las reflexiones que me deja esta pequeña historia es cómo se puede liderar a través del arte; con esto me refiero específicamente a aquellos equipos de deben abocarse a la tarea de crear, desarrollar, innovar, entre otros. Estos pueden, y probablemente deberían, identificar como los elementos que componen el proceso de creación artística son completamente aplicables a su quehacer. Provocar, co-crear, divulgar el trabajo, son elementos que parecieran ser necesarios y coincidentes.  

Parece interesante la idea de promover un trabajo “de taller” que permita, bajo ciertas directrices mínimas, pero muy claras, dar rienda suelta al proceso creativo, asumiendo que aquellos que elegí para formar parte de mi equipo/banda están ahí por sus capacidades e ideas propias y no porque adulan obsecuentemente las mías. Un equipo de alto desempeño que pueda crear y equivocarse tan rápido como sea posible, en un virtuoso espiral de mejora continua. 

Lamentablemente una de las cosas que más complica a un buen número de líderes es compartir los espacios de ideación y toma de decisiones, cuando la evidencia demuestra que un equipo más horizontal, con un liderazgo distribuido, son quienes obtienen mejores resultados en el mediano y largo plazo. Cuando un líder se mezcla profunda y radicalmente con su equipo y se hace “pequeño” en el día a día, termina siendo extremadamente grande a la luz de los resultados. 

Obviamente la presente analogía no es aplicable a todos los equipos humanos, ya que los hay desde aquellos que no necesitan un líder, con símil en los coros medievales; o aquellos demasiado grandes y complejos que se acercan más a una orquesta sinfónica que a un ensamble de jazz. Sin embargo, cada uno de ellos tiene su proceso de estructuración, desarrollo y creación que puede tener al arte como base para comprender la realidad y acercarse a ella de manera transformadora. Para cerrar me quedo con una frase de Cobb que relata lo que pasaba en el estudio de grabación de Kind of Blue: “Lo estábamos pasando tan bien que no me di cuenta como estaba quedando».

Takeaways: Parece interesante la idea de promover un trabajo “de taller” que permita, bajo ciertas directrices mínimas, pero muy claras, dar rienda suelta al proceso creativo, asumiendo que aquellos que elegí para formar parte de mi equipo/banda están ahí por sus capacidades e ideas propias y no porque adulan obsecuentemente las mías. Un equipo de alto desempeño que pueda crear y equivocarse tan rápido como sea posible, en un virtuoso espiral de mejora continua.