“Si eres un verdadero líder, en primer lugar no crees que eres un líder”

Sadhguru

Desde hace ya un tiempo he venido realizando la siguiente prueba con los profesionales y jefaturas de distinto nivel, con los que me he topado en actividades de Formación. Les hago de entrada la siguiente pregunta: “¿Cuántos líderes hay en esta sala?; levanten la mano por favor.”

Invariablemente y para mi sorpresa, todos levantan la mano; todos creen serlo; ninguno duda. Cuando uno se encuentra frente a esta situación, la conclusión es una sola: “aquí no hay ningún líder”. Y esto es lógico porque el primer requisito que debe cumplir un líder de verdad, es que él no sabe que lo es, ni por cierto cree que lo sea.

En la práctica, lo que se ve normalmente es que todos los que no son líderes (líderes autonombrados; aspirantes a serlo; jefes de distinto calibre etc.), tratan de mostrarse diciendo aquí estoy yo. ¡Yo soy Líder! Se mueven claramente en una frecuencia que es contraria a la del liderazgo de verdad. Me refiero a la frecuencia del Ego, que nos dice a través de la mente: “Hay que creerse el cuento; hay que venderse; hay que intervenir; hay que aparentar; hay que….; hay que….; y hay que.

Un líder auténtico se mueve en otra frecuencia; en la frecuencia del SER, de la consciencia. Sólo es él; vive y hace SIENDO; lo que lo lleva a no creer nada respecto de sí y de los demás, y a no ponerse ninguna etiqueta en la frente.

Un líder de verdad convive con la invisibilidad. Él no se reconoce como tal y además trata de pasar desapercibido; no anda con un altoparlante repitiendo, ¡Aquí el líder soy yo! ; ¡Yo estoy a cargo! ; ¡Aquí mando yo!, o cosas por el estilo. No busca llamar la atención, no busca brillar; simplemente es él; es la humildad personificada. El YO y YO casi no se le oye.

Si bien no hay un rótulo que indique que es líder en su oficina o puesto de trabajo; ni tampoco se escuchan sus gritos diciendo ¡Aquí estoy yo!; su energía invisible está en cada uno de los rincones de la Organización; se respira; se siente. Aunque no se explicite, está detrás de todo y de todos, inspirando, motivando y generando un accionar consciente.

Cuando aparece por algún lugar, la energía colectiva se potencia, pues es pura PRESENCIA. No necesita decir nada; sólo ser él y estar donde está. Los demás no necesitan saber que es el líder; sólo lo sienten; sienten esa energía mágica que es su PRESENCIA.

“El liderazgo no es un título; es una energía. Un líder auténtico es Presencia, es energía pura, es vibración. No se ve, pero está en todo y lo perciben todos”

El Autor

Ahora, respecto a la convivencia del líder con la invisibilidad, hay otra arista muy interesante y a la vez sorprendente: él es invisible y no se reconoce como tal; pero sin embargo posee el precioso don de visibilizar a los demás.

Cuando Nelson Mandela asumió la presidencia de Sudáfrica, a todas las personas (independientemente de su rango o responsabilidad) que trabajaban en la sede de Gobierno y a las que se relacionaban en algún momento con él, les cambió literalmente la vida. Se sentían visibilizadas, reconocidas y acogidas. En relación a esto, hay un relato muy significativo y conmovedor que hizo uno de los guardaespaldas blancos que él mantuvo cuando asumió el cargo: “A mí me prepararon para ser invisible. Ese era mi trabajo; estar alerta, pero que nadie notara mi presencia. Pero con el Presidente Mandela no me resultaba, era imposible. Era visible todo el día. Apenas me veía, se acercaba, me saludaba, me preguntaba por mi familia. De vuelta del último viaje que hizo a Londres, al que yo no le acompañe, se me acercó, me saludó y me entregó como regalo unos dulces toffee que a mí me encantaban. Hasta hoy, no sé cómo se enteró.”

Liderar es “hacer aparecer al otro”; es visibilizar. Un líder es invisible porque es energía, pero visibiliza a los demás generándoles espacio, prestándoles atención y viéndolos de verdad.

A estas alturas del relato, te estará preguntando: bueno, ¿Dónde y cómo se consigue esa energía que le da forma al líder y hace que aparezca?

La respuesta es una sola: siguiendo un camino de expansión de consciencia, mediante la exploración interior que nos lleve a reconocernos, a conectar con nuestra naturaleza original y a despertar al líder que llevamos dentro. Esto no tiene que ver con cursos, diplomas, conceptos, teorías o modelos. Este es un camino vivencial y práctico, que cada uno debe recorrer personalmente, sin interferencias de ningún tipo; salvo tal vez la de un eventual guía o inspirador.

El resultado será encontrarnos con nosotros mismos; ser simplemente lo que somos. La invisibilidad es un derivado directo de la autenticidad. Ya no hay preocupación por la imagen; sólo somos nosotros. Y cuando lo somos, aparecen todas nuestras virtudes y nuestro potencial se despliega.

Hoy en día todo es imagen y visibilidad, y nos ponemos máscaras tras máscaras, olvidando quienes somos. Esta situación, que se ve tan frecuentemente, es la tumba del liderazgo. Para liderar simplemente hay que SER lo que SOMOS; pura consciencia, pura energía; eso es todo.

Takeaways: En el tema del liderazgo, hay algo que resulta muy curioso; todos creen ser líderes. Sin embargo, la verdad es que el primer requisito de un líder auténtico es que no sabe que lo es. El líder no se reconoce como tal ni anda pregonándolo. Es simplemente energía invisible en movimiento, la cual impregna todo y que paradojalmente visibiliza todo.