“Ser auténtico es ser autor de uno mismo. Autor de tus palabras, tus pensamientos, tus acciones.”

Tal Ben Shahar

Hace un tiempo atrás, escuchando a un Directivo de una importante Compañía, me llamó la atención que hiciera mención a un trabajo que había que realizar con los 2.000 líderes de la Organización. Inmediatamente pensé:”Ohh.. , parece que aquí se han concentrado todos los líderes del mundo”.

Lo anterior, que puede parecer anecdótico, refleja la confusión total que sigue existiendo en el tratamiento que se le da al tema del liderazgo, tanto en el ámbito social, empresarial, como académico. Resulta insólito seguir constatando en todos los ambientes, que no se diferencie aún algo básico: que es un Jefe y que es un líder.

Lo cierto es que nos hemos criado y convivimos con la cultura del Jefe, que es lo que hasta hoy impera en la casi totalidad de las Empresas. Alguien que ejerce una responsabilidad asociada a un cargo, que tiene autoridad y que manda.

Llama la atención de que la mayoría, incluido “especialistas” en Gestión de Personas, hablen de líderes para referirse a los Jefes, lo que es un absurdo. Si yo confundo una pera con una manzana, al final no voy a saber lo que es una pera ni lo que es una manzana. Esto explica, entre otras cosas, porque la formación de líderes ha sido un fiasco hasta ahora.

Si no reconocemos de una vez por todas que lo que tenemos entre manos son simples Jefes (independientemente de su posición) y no líderes, seguiremos disparando al aire y errando el foco, dando recetas inservibles que le hablan al “personaje”, le hablan al “cargo”, le hablan al ego; el que por cierto toma lo que le acomoda y conviene. El liderazgo hay que activarlo a través de una práctica experiencial y no de la conceptualización; se aprende, no se enseña.

Lo anterior implica sacar a las personas del papel o rol que representan, y ayudarlas a conectar con su esencia, con lo que son. El liderazgo anida en la consciencia, en el SER. Si no hay consciencia y no hay armonía y Presencia, que son las energías que ella libera, no hay liderazgo posible. Desde esta perspectiva, el liderazgo siempre va a ser bueno por definición, porque proviene de la consciencia y los líderes auténticos son consciencia en acción.

Sin embargo, se repite y se repite como un hecho cierto, de que existen líderes buenos y líderes malos. Hay trabajos académicos sobre esto que alimentan aún más la confusión (“¿Qué es un líder bueno y un Líder malo?”; “Los errores que generan un mal liderazgo” etc.); y hay Empresas que califican a sus supuestos líderes en rankings, separándolos entre buenos y malos. A esto sin duda ha contribuido el asociar el liderazgo con personajes de notoriedad mundial, que movilizaban y tenían muchos seguidores, pero que dejaron una estela de terror y crímenes como legado. Los ejemplos paradigmáticos de personajes como Hitler, Stalin. Mao o Pol Pot , entre otros, saltan siempre a la palestra como ejemplo de malos líderes.

Pero, lo que hay que tener claro al respecto, es que todos esos personajes eran Jefes, pero no Líderes. Y eran Jefes con carisma, que es una cualidad de la personalidad que atrae y magnetiza. Al respecto hay que tener muy en cuenta sin embargo, que el carisma no es sinónimo de liderazgo.

“El único rasgo de personalidad que los líderes efectivos con quienes me encontré tenían en común, era algo que no tenían: poseían poco o nulo carisma, y les importaba poco lo que el término significara. Lo que tenían en común era la autenticidad”

Jim Collins

El carisma es un don innato, inherente a la personalidad de cada individuo y que hace que se destaque entre los demás, atrayendo y cautivando a las personas. Pero de más está decir que una persona carismática, no es sinónimo de una persona buena y consciente, como la historia lo ha demostrado tantas veces. El carisma no es una característica necesaria para ser un líder. El carisma aporta al liderazgo (facilitando la conexión con las personas y la capacidad de influir sobre ellas), pero no lo explica.

Creo que mucha de la confusión que existe, tiene que ver con una sobrevaloración del carisma. Se ve por ahí a una persona con algo de carisma y se le pone inmediatamente el rótulo de líder; y si aún no lo tiene se la ubica en un cargo que amerite. La consecuencia: estamos llenos de Jefes con “algo de carisma”, pero con escasez absoluta de líderes de verdad.

Mahatma Gandhi, uno de los grandes líderes indiscutidos del siglo 20, era de profesión abogado, y mientras ejerció jamás gano un pleito y no destacaba precisamente por su oratoria o capacidad discursiva. No tenía lo que entendemos por carisma. Sin embargo, inspiró y movilizó a millones a través de su Presencia, de ser él, de ser consciencia en acción.

Somos energía y la fuerza energética fundamental de una persona está en la esencia, en la consciencia y no en la personalidad. En la Presencia y no en el carisma. Lo que manda es el estado de consciencia. Los líderes de verdad movilizan e inspiran con su sola presencia.

En definitiva, ser líder no es nada especial. Consiste simplemente en ser uno, ser auténtico, estar conectado con nuestra naturaleza original para así “Ser en el Hacer”. Esto es lo que hay que trabajar, activándolo a través de un camino experiencial.

El gran problema en las Organizaciones de hoy es suponer que tienen líderes, cuando no los tienen, y alimentar más la confusión clasificándolos en buenos y malos. Ante esto, el que es simple Jefe se compra el cuento, boicoteando su eventual evolución.

Si no se tiene claro dónde está la fuente del liderazgo, y que por principio éste siempre es bueno, no se podrá avanzar en sacar a los Jefes del pantano en el que se encuentran.

Para que se entienda definitivamente lo que es el liderazgo, hay que empezar a diferenciar desde ya y a reconocer a los líderes de verdad. Cuando todos son líderes, nadie lo es. Por último, y a modo de conclusión, se debe tener en cuenta que no es compatible el liderazgo con ser una mala persona, pues un líder se sustenta en la consciencia. Podrán haber Jefes buenos, malos o inconscientes; pero no líderes malos o inconscientes.

Takeaways: El gran drama en las Organizaciones de hoy es suponer que tienen líderes cuando no los tienen (hay sólo Jefes), y el hecho de que se alimente la confusión existente clasificándolos más encima en buenos y malos. Esto ha hecho, entre otras cosas, que la formación de líderes haya sido hasta ahora mayoritariamente un fiasco. Un líder de verdad, por definición es bueno, porque su fuente de origen es la consciencia. Podrán haber Jefes buenos, malos o inconscientes; pero no líderes malos o inconscientes.
Hay que esmerarse en desarrollar liderazgos auténticos, lo que requiere necesariamente seguir un camino de práctica continua, muy distinto a lo que hemos conocido hasta ahora.