Tras los cambios surgidos por la pandemia del Covid19, la manera de trabajar de la mayoría de las personas ha cambiado, principalmente, para bien. Con el paso de los meses, hemos comenzado a disipar las dudas en torno al nivel de productividad y comodidad que los colaboradores podrían experimentar en un sistema de trabajo remoto permanente, y con sorpresa hemos visto el aumento positivo en el compromiso y lealtad hacia las organizaciones. 

Ante este panorama, es importante comenzar a pensar en lo que el futuro traerá para las compañías, en la forma de trabajar, de conectar con sus colaboradores y, sobre todo, en el cómo podrán construir y mantener su cultura organizacional. Esta situación se ha convertido en la tarea primordial para los profesionales de recursos humanos. Visualizar cómo cambiará la cultura de la empresa en un mundo híbrido donde las conexiones humanas no sólo son vitales para la salud mental, sino que también aumentan el sentimiento de inclusión y pertenencia que los colaboradores experimentan en su espacio de trabajo.

La experiencia de trabajar y vivir en un mundo virtual nos ha enseñado que podemos ser mucho más flexibles, que no necesitamos reunirnos todos los días en el mismo lugar para ser productivos, pero también podemos ver que trabajar virtualmente nunca sustituirá la experiencia de estar físicamente juntos, somos seres sociales por naturaleza, y siempre queremos mantener la interacción humana con nuestros colegas, amigos y familia. 

Ahora, ¿cómo podemos construir y mantener la cultura y el engagement al implementar modelos de trabajo híbridos? Hay cuatro acciones que los líderes podemos llevar a cabo para facilitar la transición, y acompañar el proceso. 

Primero es ser más inspiradores. Un estudio de Smartsheet de 2020 mostró que el 80% de los millennials y centennials se sienten menos conectados con sus compañeros y líderes desde que trabajan en casa, es decir, los equipos remotos podrían tener más dificultades para comprometerse que los presenciales. Sobre todo los nuevos talentos que ven fundamental recibir mentoría constante y vivir el ambiente de la compañía para lograr crecimiento. 

Los líderes deben ser transparentes y realistas con sus expectativas, para así ayudar a construir y mantener una cultura de confianza, y recurrir a formas de liderazgo más inspiradoras que compensen la falta de encuentros sociales e interacciones cara a cara.

Otra acción es fomentar las interacciones informales con el equipo. Las reuniones virtuales tienen ventajas, pero nunca sustituirán los encuentros espontáneos y las conversaciones en el pasillo con una taza de café. Este tipo de interacciones no se producen de forma tan natural en un entorno virtual; los líderes deben ser intencionales y generar nuevos enfoques para crear estas oportunidades mientras las personas siguen trabajando dentro y fuera de la empresa. 

Tercero, ser muy claros con sus expectativas como líderes. Existe una responsabilidad de desplegar este mundo de nuevas posibilidades híbridas, estableciendo las reglas desde el principio y comunicando eficazmente lo que se espera de cada individuo, independientemente de su modelo de trabajo.

Y, por último, incorporar la innovación en el lugar de trabajo. Es el momento de aplicar cambios que beneficien a toda la organización en términos de productividad, creatividad y bienestar. Enfocado de la manera correcta, un lugar de trabajo híbrido que permita a los empleados decidir dónde, cómo y cuándo trabajan puede ayudarnos a aprovechar al máximo nuestro talento, y al mismo tiempo, reducir costos y generar un impacto positivo.

En conclusión, la transparencia, el vernos a nosotros mismos y a los demás como personas en primer lugar, tener una voluntad de adaptación y una apertura para escuchar son las nuevas características de un liderazgo fuerte que determinará quiénes prosperen en esta nueva economía.

Artículo original de Leandro Basáez, Gerente General de WeWork Chile.