“Hay que darse permiso para ser humanos.”

Tal Ben Shahar

Alguien dijo, “ser líder no es nada especial. Sólo hay que ser auténtico, ser uno, ser persona, ser humano”. El liderazgo implica consciencia y humanidad, por lo que si se quiere formar líderes, sólo hay que ayudar a las personas a abrir las puertas para que conecten con la energía transformadora que se alberga en su interior, y a que le den un cauce compatible con las características personales de cada uno.

El liderazgo no es teoría ni modelos conceptuales. Es una experiencia, una práctica, una vivencia, que se plasma en el “COMO” vivimos y nos relacionamos cada día. Cuando veamos a una persona que destila humanidad por todos los poros, ahí ya tenemos a un líder o a un prospecto que está en vías de serlo. La diferencia entre uno y otro estará dada sólo por la profundidad con que se hayan incorporado las “actitudes de un líder” en la cotidianidad.

Al analizar la vida de líderes de excepción, siempre nos encontramos de frente con la “cara humana”, la que sostiene y le da sustento a su liderazgo. Al respecto podemos reconocer varias características en común que tienen estas personas, las que las hace brillar, sin que ellas lo busquen, en medio de la multitud. Aquí van algunas de las principales.

-Persona dotada del preciado sentido común; nada exagerada y muy poco dada a la grandilocuencia y a la notoriedad. No se “cree el cuento”; no vive en función de “relaciones públicas”; se ve a sí mismo como una persona normal.

-Es la sencillez personificada, lo que se refleja en su austeridad, en una vida sana y ordenada, en la delicadeza de su trato, en su lenguaje fácil y llano, y en el interés por conversar y conectar con los otros.

-Transmite paz y serenidad. No deja traslucir sus preocupaciones. Genera ambientes quietos y sosegados.

-Sabe equilibrar la serenidad con una sana emotividad. Si bien tiene autodominio, deja fluir la emoción y se muestra vulnerable cuando la circunstancia lo amerita; evitando los sentimientos extremos.

-Es amigo (a) de cada momento. Acepta lo que es y lo que sucede y a partir de ahí actúa. Da la impresión que no tuviera nervios; nunca se queja de nada.

-Convive con la simplicidad. En todo ámbito, evita las complicaciones y no le gusta crearlas.

-Es una persona de largas pausas. Posee la gran habilidad de ser capaz de generar permanentemente espacio mental y emocional, lo que le hace ser no reactivo.

-Vive en el presente y lo disfruta. A partir de él construye el futuro. Gestiona por objetivos de mediano y largo alcance y no por metas cortoplacistas que generan desequilibrio en la vida y el actuar de los equipos.

-Hace convivir armoniosamente la calma y prolongadas meditaciones, con un accionar rápido y fulgurante cuando se requiere y es imprescindible.

-Por lo general no tiene prisa. En vez de reloj tiene un calendario. El histerismo y el actuar desbocado no le son compatibles.

-Sabe escuchar de verdad. Escucha con todos los sentidos y después elabora y habla. Es una persona prudente, de pocas palabras y no muy locuaz. Usa las palabras precisas, justas y oportunas.

-Se focaliza en lo que tiene enfrente. Practica una atención continua y profunda con todo lo que le rodea. Esto hace que nada le pase desapercibido. Lo ve y percibe todo.

-Tiene una mirada que cruza a una persona. Cuando mira a alguien parece que le estuviera leyendo el pensamiento. Mira siempre de frente y a los ojos.

-Tiene mucho sentido del humor. Lo cultiva y lo practica. No pierde nunca el optimismo.

-Nunca olvida aquella máxima militar que dice que “las guerras se ganan desde la retaguardia”, es decir desde adentro hacia afuera. Es por esto que trabaja permanentemente en sí mismo, haciéndose responsable al 100% de cualquier situación que le afecte en algún grado.

-Delega, no es nada absorbente y da libertad a todos los que trabajan con él para que ejerzan y expresen todo su potencial. Genera confianza a su alrededor para que los demás hagan lo que tienen que hacer.

-Practica la amabilidad a toda prueba; respeta al otro; deja hablar; no se hace eco de rumores; no suele echar broncas y aliviana el ambiente con humor.

-Es un buen administrador de silencios. Cultiva la virtud tan poco frecuente de la discreción. Aquí se aplica el aforismo que dice: “lo que piensa el líder, no lo sabe ni el líder”.

-Predica con el ejemplo y al hacerlo practica y exige disciplina. Pero esto, lo hace convivir magistralmente con la virtud del perdón. Es consciente que los seres humanos tenemos como compañero frecuente al error.

-No tiene complejos para tomar decisiones y ejercer el mando y la autoridad cuando se necesita. Es firme, habla claro, va de frente, pero siempre respetando la dignidad del otro. Cuando alguien necesita una “ducha de agua fría”, él es el encargado de dársela y no tiene problema en hacerlo.

-Si bien su personalidad muchas veces no es carismática, posee el don de la energía de la Presencia, que es lo que magnetiza e irradia los ambientes. Esto es lo que le da sentido y reviste de majestuosidad a su autoridad.

-Es alguien simple, que sabe lo que es vivir; que mantiene una sana convivencia con el reposo; que cuando puede busca el contacto con la naturaleza, con el silencio y con personas sencillas y corrientes. Suele tener distracciones que le potencian su serenidad y le generan un espacio calmo.

-No juega al “personaje”. Es él (ella) siempre. Es prudente y humilde a la vez. No se las sabe todas; escucha, consulta y pregunta mucho.

-Es un rebelde contra la rutina, lo establecido y lo políticamente correcto. No sigue ni se ancla en lo que está de moda. Se mueve por principios y convicciones; actuando de acuerdo a ellas aunque vayan contra la corriente.

-Tiene firmeza de carácter, una de las cualidades claves que debe tener un líder. Sin carácter, que no quiere decir mal genio o destemplanza, no es posible el ejercicio de la autoridad ni del liderazgo. Firmeza de carácter quiere decir consciencia, reflexión, juicio claro, pero al mismo tiempo energía para hacer lo que hay que hacer, lo que se estima correcto, y para mantener una decisión cueste lo que cueste.

“Un líder es una luz que brilla, guía y alumbra; y un fuego que no quema”

El Autor

De lo señalado se desprende que un líder de verdad es alguien normal y corriente, que se despliega desparramando Presencia, fuerza, coraje, serenidad, calma, reflexión y simplicidad. Es alguien humano y que parece humano.

La expresión de la esencia, de la consciencia de una persona, es lo que forja a un líder y le da un carácter único. Por cierto, esto es más decisivo que la inteligencia para que florezca el liderazgo.

Por lo tanto, cuando formemos con el objetivo de generar líderes, hagámonos la pregunta de cómo podemos hacer que aparezcan y se potencien las cualidades humanas que anida cada persona en su interior y que aquí hemos descrito. El camino pasa por dejar de lado las teorizaciones y conceptualizaciones, y anclar los nuevos hábitos y formas en la vivencia, en la experiencia vital.

Ahora, en lo que respecta a la selección de personas con potencial para ser líderes, es imprescindible que evaluemos el nivel de desarrollo o de expresión que los postulantes tienen en cada una de las siete estaciones que debe transitar permanentemente un líder: Autoconsciencia; Quietud; Atención Plena; Claridad; Actitud Consciente; Creatividad simple y Compasión.

Takeaways: El liderazgo tiene una cara visible e identificable, a la vista de cualquier persona: la humanidad y consciencia con que se despliegan los líderes en su día a día. Los procesos de formación en liderazgo y de selección de personas que las Organizaciones esperan que se conviertan en líderes, deben tener en cuenta en que grado esa cara ya existe; y en el cómo hacerla aparecer y/o potenciar.