“El mundo entero se aparta cuando ve pasar a una persona que sabe hacia dónde va.” (Antoine de Saint Exupery).

Imaginemos la siguiente situación, que por cierto, es bastante frecuente a inicios de cualquier año: el Gerente General de una gran Empresa cita a una reunión de trabajo a toda su línea ejecutiva (Gerentes, Subgerentes y Jefes de Departamento), con el objeto de identificar y consensuar los desafíos que deben ser abordados para que la Compañía se consolide y de el “salto cuántico” que se espera para lograr definitivamente el estatus de una Empresa modelo, que sea competitiva y que marque pautas en su sector industrial. A cada grupo de trabajo le pide tres focos concretos a trabajar. Las respuestas, con algunos matices y variantes en el lenguaje, con seguridad seguirán la siguiente línea conceptual: resultados; eficiencia; márgenes; productos; incentivos y concursos de resultados; calidad de servicio; sistemas de distribución etc. Algún osado por ahí, mencionará una rareza como “mejorar el clima organizacional”, pero no más que eso.

Lo reseñado es lo que uno ve hoy en la mayoría de las empresas: foco en las utilidades, en los costos, en las ventas; es decir en lo que pueda ser cuantificable a corto plazo. Lo que nunca se ve o pondera, es que todos estos elementos, que por cierto son legítimos, son la consecuencia de algo y no la causa. Y la causa de cualquier desarrollo sostenible para toda organización son “tres tesoros” que hay que encontrar y luego trabajar para sacarlos a la luz del sol y nutrirnos  de ellos.

1. Generación y expansión de consciencia

“Si hablas con tú cabeza, hablarás a sus cabezas. Si hablas con el corazón, llegarás a sus corazones. Si hablas con tú vida, harás contacto con sus vidas.” (Italo Magni)

La consciencia es un estado del Ser que nos permite conocernos a nosotros mismos y reconocer y ver la realidad circundante. Es el sitio en el que nacen todas las posibilidades. Nada tiene mayor poder de transformación. Quién aspire a ser un líder de verdad debe ser tan consciente como le sea posible. Y la expansión de la consciencia individual es la antesala de la consciencia colectiva. Toda organización debe ser una entidad viva, despierta. Debe tener un corazón, un núcleo, un alma, una razón de ser que albergue un propósito y un sentido de trascendencia. No basta con saber lo que se vende y aspirar a ciertos objetivos o logros. Debe haber un sentido, un fondo valórico y la consecuente coherencia en el actuar. Las empresas que aspiren a ser competitivas en el mundo actual, deben tener un alto grado de consciencia, sino simplemente se deslegitimarán y no serán creíbles ni viables. Ejemplos sobran. A inicios del 2018, el CEO de una importante multinacional financiera, al presentar el informe de sostenibilidad anual, decía :

“Que es lo que hace que una Empresa tenga éxito de verdad?: Para mí la respuesta es muy sencilla. Ha de ser una Empresa que reconozca su responsabilidad con los empleados, los clientes, los accionistas y con la sociedad, con todos los que de una manera u otra se pueden ver afectados por su actividad. Una Empresa que entienda que su misión va más allá de obtener rentabilidad: que tenga claro que sus beneficios deben ser retribuidos a toda la sociedad de hoy y también a las generaciones futuras”. ¿Suena bonito, cierto?. Pero veamos la realidad. Pocos meses después de este gran discurso, el mismo CEO anunciaba un cierre masivo de oficinas, lo que a Mayo de este año ya implicaba la friolera de 5000 despidos. Si esto impacta, más lo hace el hecho de que la Compañía en cuestión se encuentra en un excelente pie financiero, con crecimiento sostenido y con un beneficio anual neto cercano a los US$ 7000 millones. Cuando hay falta de consciencia, las palabras sobran, como por ejemplo las consabidas y repetidas declaraciones de Visión y Misión. Las Organizaciones se retratan y quedan desnudas. Por lo tanto, hay que trabajar en la expansión de la consciencia colectiva, a partir del trabajo con las personas que componen la Organización, mediante una práctica constante, que debería partir centrándose en el segundo tesoro.

Trabajar con un fondo de quietud y atención plena

“La vida es algo que pasa mientras tú estás ocupado haciendo otra cosa”. (John Lennon).

Las Empresasdeben tener sí o sí un camino definido para el desarrollo de las personas que la integran. Y este camino, no puede ser cualquier camino, sino uno ancho, pavimentado y que conduzca poco a poco a la expansión de la consciencia individual y luego a la colectiva. Actualmente la mayoría de las Empresas no tiene un camino como el descrito, sino más bien muchos “ramales” en mal estado y que no conducen a ninguna parte. Reflejo de esto es la realidad que viven muchas áreas de Formación: ofrecen la mayor cantidad de cursos posibles; utilizan al máximo el presupuesto asignado, pero al final no saben si lo que se hizo sirvió para algo, simplemente porque no se ven cambios de fondo. Al respecto, hay que tener en cuenta que el camino que conduce al despertar, a la expansión de la consciencia, y a partir de ello a la creatividad y la productividad, es el de la quietud y la atención plena. Hoy donde uno va, ve jefes histéricos, áreas histéricas y Empresas histéricas. Si uno observara lo que ocurre desde arriba vería una especie de locura colectiva: todos corren, todos están ansiosos, todos creen que el día 30 (cierre de mes) se acaba el mundo, todos intentan “trabajar” en el formato “multitarea” (hacer varias cosas a la vez y ojalá la máxima cantidad de cosas en el menor tiempo posible); todos en el fondo tienen miedo. De este relato surge al instante una pregunta: ¿Vale la pena trabajar y vivir así?. Hace poco, conversando con un alto ejecutivo de una empresa financiera, me comentaba que un 30% de los gestores comerciales estaba con “plan de acción”. Ingenuamente yo pensaba que esto significaba que dichos ejecutivos estaban con una tutoría que les permitiera evolucionar y hacer las cosas mejor. Pero descubrí que estaba totalmente equivocado. Cuando me lo aclararon no lo podía creer: si un gestor no cumple el concurso de resultados en dos meses, entra en plan de acción, lo que significa que al tercer mes se le fija una meta aún más desafiante y absolutamente voluntarista, y que si no la cumple se va, es simplemente despedido. Con una mano en el corazón: ¿ustedes creen que alguien puede trabajar tranquilo, contento y ser productivo, viviendo sus días laborales bajo “amenaza de muerte”?. La quietud es inseparable de nuestro ser. Somos quietud. Ya está ahí. Su expresión en el ámbito laboral debe reflejarse en un “hacer no haciendo”, que se ve cuando lo que se hace no es primordialmente un medio para un fin (dinero, prestigio, triunfo), sino que es satisfactorio por sí mismo. Hay alegría, vitalidad y consciencia en lo que uno hace (propósito primario). El propósito secundario es lo que uno quiere lograr por medio de la acción. No se fuerza, no se lucha, sino que se fluye sin resistencia. Se actúa soltando el resultado. La mejor forma de avanzar y de ser productivo, es desde un fondo de quietud y paz, lo que se logra aprendiendo a detenernos, aunque sea por un instante. Ahora, la quietud nos lleva naturalmente a la atención plena (y viceversa), que no es otra cosa que estar al 100% en lo que estemos haciendo, lo que nos permitirá unificarnos totalmente con el objeto de nuestra atención. Estos dos atributos dan origen a una cualidad que debería identificar a cualquier líder y a cualquier Organización: la Presencia.

Generación de comunidad

“No es necesario hacer cosas extraordinarias para conseguir resultados extraordinarios”. (Warren Buffet)

El resultado lógico de los dos tesoros anteriores es la generación de comunidad. Una Empresa por definición debe ser una comunidad, es decir un grupo de seres humanos que tienen ciertos elementos en común, lo que les da un sentido de pertenencia y una identidad compartida que es valorada. Al haber una comunidad de verdad hay solidaridad, hay preocupación por el otro. Opera el nosotros más que el yo. Y esto, en todos los niveles y direcciones (entre pares; de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba). En gran medida, la comunidad nos sostiene y le da armonía y equilibrio a nuestra vida. El ser humano fue creado para vivir en comunidad, por lo tanto las Empresas deben serlo. Pero hoy en día : ¿tenemos Empresas que sean comunidades de verdad? . Todo indica que no, lo que es refrendado por nuestras propias percepciones y vivencias (campea la impersonalidad; los empleados se han ido convirtiendo en un Rut o en un código; se ha ido formando a las personas en la competencia más que en la colaboración; cada uno defiende su metro cuadrado; son pocos los que hoy cuestionan la “desechabilidad” de las personas al interior de las Organizaciones ); y también por estudios recientes que dan resultados dramáticos (más del 80% de las personas se cambiaría hoy de trabajo y sólo el 18% tiene un alto grado de compromiso con su Empresa). Por lo tanto, y a modo de conclusión, si usted quiere saber si una Empresa es de verdad, marca la diferencia y tiene líderes transformadores, no mire su balance ni si estado de resultados; sólo identifique si están presentes ahí los “tres tesoros”.

Takeaways:

Las empresas no tienen la calidad de tales, sólo porque estén formalizadas o alguien les de dicho título. Las empresas son de verdad cuando son capaces de desarrollarse y evolucionar a partir del descubrimiento y explotación de  “tres tesoros”, que son la base para la competitividad y el crecimiento sustentable. Lo mismo puede aplicarse a aquellas personas que aspiran a convertirse en líderes auténticos y transformadores

Foto de Michael Dziedzic en Unsplash