Actualmente, la presión para tener un mejor desempeño se ha vuelto cada vez más intensa en todos los ámbitos, especialmente en el laboral.

Muchos estamos conectados 24/7 y la sensación de estar abrumados se ha vuelto constante. Sin embargo, nuevos estudios en el área de las neurociencias muestran que muchas de las creencias sobre cómo lograr un mejor desempeño no son totalmente correctas o están equivocadas.

A continuación, revisaremos algunas de ellas, qué se ha descubierto y algunos tips de aplicación práctica.

Trabajar sin descanso

Es una premisa errada. Según los autores del libro “Peak performance”, Stulberg y Magness, es esencial tener un equilibrio (llamado periodización) entre el tiempo que experimentamos estrés (realizando una actividad/proyecto con gran intensidad) y el de descanso/recuperación. Destacados profesionales y atletas de élite resaltan este proceso como un factor importante de su éxito, siendo parte tan relevante de su quehacer el descanso como el trabajo.  El estrés demanda descanso y el descanso permite sobrellevar el estrés. Este abordaje permite además tener nuevas ideas o descubrimientos. Esto es especialmente relevante en trabajos que requieren la habilidad de crear nuevas soluciones o productos. Mihaly Csikszentmihalyi (experto en temas de desempeño) señala que un proceso creativo común entre intelectuales y creativos de alto nivel es: 1) Preparación/inmersión: foco dedicado en el trabajo/proyecto/idea. 2) Incubación: tiempo de descanso donde no se piensa en el trabajo/proyecto/idea en cuestión. 3) Insight: el conocido momento del “¡eureka!”, donde emergen nuevas ideas.

Entonces, es recomendable alternar ciclos de estrés/descanso en tu trabajo, haciendo breaks estratégicos durante el día de 5-15 minutos tras bloques de 45-60 minutos de trabajo, lo que ayuda a mantener la energía física, cognitiva y emocional para un alto desempeño.

No hay tiempo para juntarse con la familia o amigos

Fatih Ozbay (Universidad de Yale) señala que el apoyo de otros es esencial para proteger la salud mental y física. En la misma línea, Kelly McGonigal (U. de Stanford) señala que el impacto de sentirse conectados con otros en forma significativa en un ambiente relajado impacta la fisiología del estrés, activando el modo de recuperación del sistema nervioso, y liberando hormonas como la oxitocina (que calma los circuitos cerebrales de miedo/defensa) y vasopresina, ambas con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. Este efecto no se logra si el contacto con otros es para hablar de trabajo o de temas superficiales, sino cuando hay oportunidad, por ejemplo, de conversar temas relevantes para las personas o bromear.

El estrés visto como algo esencialmente negativo

Según Stulberg y Magness, el estrés usualmente es visto como algo dañino. Pero, bajo ciertas condiciones, también puede ser positivo, generando crecimiento y adaptación. Por un lado, cuando el estrés experimentado es demasiado o muy extendido (‘estrés crónico’), el cuerpo falla en adaptarse y puede entrar a un estado catabólico (mayoritariamente reacciones de reducción/oxidación) con niveles elevados de cortisol e inflamación. Pero, por otro lado, existe también una respuesta de estrés adaptativa cuando un desafío es casi-manejable (es decir, que supera ligeramente nuestras capacidades, donde sentimos incertidumbre y que no tenemos todo el control, pero no estamos abrumados), donde se secretan las mencionadas sustancias para volver momentáneamente al cuerpo más fuerte y resiliente. Por ejemplo, levantar pesas genera pequeñas rasgaduras en el músculo, lo que gatilla una respuesta de estrés, que genera un estado anabólico (lo opuesto a catabólico), donde se genera más músculo para enfrentar de mejor manera desafíos posteriores. Efectivamente, las habilidades se desarrollan enfrentando desafíos que nos llevan al límite de nuestras habilidades. En dichas instancias podemos encontrar infinidad de ‘fallos productivos’, donde el fallo se ve como una oportunidad de aprendizaje. Pues los aprendizajes más profundos ocurren cuando fallamos, pues nos obliga a analizar que pasó, examinar críticamente nueva información y descubrir qué hacer diferente.

Además, Kelly McGonigal (también autora del libro ‘El lado bueno del estrés’), afirma que la forma en que vemos el estrés (stress mindset) es muy relevante para nuestro bienestar. Quienes ven el estrés como productivo y que permite desarrollarnos, muestran la ‘respuesta al desafío/oportunidad’: ante un reto se enfocan proactivamente en lo que pueden controlar, lo cual disminuye el miedo y ansiedad, donde se libera la sustancia DHEA que ayuda a ciertas funciones cerebrales. Es recomendable reencuadrar la ansiedad que se siente previa a un evento importante como: entusiasmo, que dicho evento es algo muy importante para nosotros y que es la forma natural en que el cuerpo se prepara para enfrentar un desafío. En vez de una ‘mentalidad de amenaza’ que ve al estrés como algo a evitar/disminuir.

Entonces, es recomendable buscar activamente situaciones/proyectos que sean desafiantes, donde sea necesario esforzarse, saliendo de nuestra ‘zona de confort’, pues es ahí donde se desarrollan nuevas habilidades. Ver el fallo como una oportunidad de aprendizaje y no como algo negativo. Y considerar la reacción de estrés como algo positivo que nos prepara para ‘salir a la cancha’.

Multitasking visto como algo positivo y deseable

Cuando estamos haciendo varias tareas a la vez nuestro cerebro se ‘engancha’ y ‘desengancha’ constantemente entre diferentes tareas complejas (gastando cada vez nuestros valiosos y limitados recursos cognitivos. Por ejemplo, puede tomar hasta 5 minutos ‘reengancharse’ en la tarea que se estaba haciendo antes de un cambio de tarea/interrupción), o divide los escasos recursos atencionales en 2 tareas. Por tanto, la calidad de nuestro trabajo se deteriora y ocupamos más tiempo que si realizáramos solo una tarea a la vez (single-tasking). Además, hacer constantemente multitasking genera efectos nocivos de largo plazo en nuestro cerebro… pues hace más difícil filtrar información no importante y perjudica la memoria de largo plazo. Entonces, sería recomendable: definir un propósito concreto para cada sesión relevante de trabajo y concentrarse en él, haciendo en lo posible una sola cosa a la vez, disminuyendo al máximo las interrupciones (por ejemplo, llamadas/notificaciones en el celular). Si es muy difícil mantener la atención, se sugiere comenzar con períodos de trabajo de 15-20 minutos.

Takeaways: Nuestro cerebro posee sistemas asombrosos fundamentales para lograr un buen desempeño, pero, según lo que hemos visto, es esencial ir conociendo más cómo funcionan y tratarlos en forma apropiada para lograrlo de modo sustentable y las neurociencias están abriendo un campo fascinante y creciente de oportunidades en este ámbito.

Articulo original escrito por Naisa Gormaz, PhD, del Centro de Educación Ejecutiva “UAI Corporate”, Universidad Adolfo Ibáñez**