“Liderar no es una ciencia, no es un arte ni es algo que se sustente en un modelo teórico. Es una práctica”

El Autor

Hay una pregunta que siempre está flotando en el ambiente del liderazgo, y que suele confundir a muchos (as) y hacer dudar a otros tantos (as): ¿Un líder, nace o se hace? Esta misma disyuntiva puede ser expresada de otra forma: para liderar, ¿hay que tener aptitud (relación con cualidades innatas) o Actitud (relación con el hacer)?

Mi respuesta al respecto es clara: un líder nace y se hace (requiere aptitud y actitud). Nace porque el liderazgo anida en el interior de cada persona. Todos, absolutamente todos, tenemos la potencialidad para ser líderes. Sólo hay que activarla apretando el “tornillo correcto”. Y se hace, porque el liderazgo se aprende y se consolida practicando, sólo practicando. De aquí deriva esa máxima que dice que “el liderazgo no se enseña; se aprende”.

Ningún diploma, ningún curso, ningún libro, ninguna teoría, ni ningún modelo hace a un líder; dado que estas herramientas no apuntan al tornillo que hay que apretar. Sólo apuntan a la mente y la llenan de conceptos. Pero resulta que el liderazgo potencial no está en la mente, sino en la consciencia, y hacia allí hay que apuntar a través de recorrer un camino práctico y vivencial que permita expandirla. Cuando se expande la consciencia, el liderazgo aflora y se asienta en nosotros. Sólo cuando se haya logrado esto, podremos asimilar y sacarle algún provecho a herramientas teóricas.

En una ocasión, y en el entorno académico, me solicitaron algo muy propio y característico de dicho ambiente: las diez reglas claves que debe asimilar alguien que aspira a ser líder. Mi respuesta fue :

Regla 1: El liderazgo está dentro de ti. No se aprende a través de libros y teorías. Si se aprende, recorriendo un camino de expansión de consciencia y practicando.

Regla 2 y sucesivas: Aprende, memoriza y aplica la regla 1.

El liderazgo no tiene que ver ni tampoco se ejerce a partir de lo que creemos que somos, sino a partir de recordar lo que somos en esencia. El liderazgo tiene que ver con el Ser y con el cómo ese Ser lo llevamos al hacer. Y esto es práctica, sólo práctica.

A partir de lo anterior surge una conclusión inmediata: el liderazgo es algo vivo; no es un concepto; no es algo que nazca de la mera teorización. El liderazgo está y vive en lo que somos y en todo lo que hacemos. Mirado desde este punto de vista, liderar no es nada especial. Es ser simplemente quienes somos.

Ahora, si bien todas las personas tienen el potencial para ser líderes, a unas el camino se les hace más fácil que a otras pues ya tienen algo de recorrido en lo que respecta a expansión de consciencia. Esto hace que muchas veces uno vea como se desenvuelve una persona y se le venga inmediatamente el siguiente pensamiento: “Esta persona tiene madera de líder”.

Todos tenemos las semillas de las aptitudes que se requieren para liderar; pero con frecuencia ocurre que en algunos el proceso de germinación está más avanzado.

“El liderazgo es una elección. No es un rango”

Simón Sinek

Las cualidades o aptitudes primarias que sustentan a un líder y que hacen que uno se fije en ciertas personas que ya las tienen incorporadas en algún grado, son las siguientes:

PRESENCIA: es la energía que mueve al líder, y se relaciona directamente con el grado de consciencia que él tenga. La presencia es una energía que impregna e irradia los ambientes; moviliza e inspira. Sin Presencia, no hay liderazgo.

PROPÓSITO: un líder tiene un propósito, que lo hace desplegarse transmitiendo pasión y una visión inspiradora, que remueve, motiva y genera compromiso.

AUTENTICIDAD: un líder siempre es persona, no un “personaje”. Se mueve por la vida siendo él o ella; sin ninguna máscara. Es auténtico (a) en cualquier circunstancia y entorno.

CAPACIDAD DE CONEXIÓN: un líder tiene desarrollada la capacidad para generar conexión emocional con los otros. En su actuar genera cercanía, vínculo y confianza. Debe ser un maestro en la generación de “Espacio” mental y emocional para que fluyan las interacciones del equipo.

CARÁCTER: un líder debe tener carácter, que es la disposición para defender lo que en determinado momento es “políticamente incorrecto” o incomodo de defender, pero que es necesario hacerlo en función de los valores que le dan sustento a su propio liderazgo.

COMPETENCIA: un líder debe ser competente en su ámbito de acción y manejarse con fluidez, seguridad y confianza, en el “océano” de su especialidad, cualquiera que ella sea. La competencia técnica no hace al líder; pero un incompetente nunca llegará siquiera a rozar el liderazgo.

Estas son las cualidades que, al poseerlas una persona en algún grado, hacen que uno como observador la vea como un líder, aunque se manifiesten sólo de forma incipiente. Será tarea de cada cual desarrollarlas siguiendo un camino de expansión de consciencia, que el aspirante a líder debe elegir, comprometiéndose a recorrerlo con constancia y perseverancia.