“Un profesor enseña, un maestro ilumina.”

Anthony de Mello

En el saturado ambiente del liderazgo, en el que se escriben miles de textos todos los días y se dictan y dictan cursos en serie, hay una realidad indesmentible: abundan los profesores y escasean los maestros. Y para formar líderes de verdad se requieren maestros y no profesores.

Un profesor es alguien que enseña, que instruye, que imparte algún tipo de conocimiento. Pero resulta que el liderazgo no se puede enseñar sino sólo aprender. Y no se puede enseñar, porque el liderazgo no tiene que ver con conocimiento alguno, ni con conceptualizaciones, ni con teorías o modelos.

Al leer esto, tú te preguntaras, ¿pero, como es posible? ; sí estamos llenos de teorías y modelos de liderazgo, algunas muy de moda y promovidas por personas conocidas y respetadas en el ambiente. La respuesta es: cierto, pero no sirven para generar líderes. Esto es fácilmente demostrable; basta verificar en la realidad, que el principal producto que escasea en el mundo de hoy es precisamente el liderazgo, que no se ve ni aparece por ninguna parte. En el ámbito empresarial y político, esto es realmente dramático. Hay muchos títulos, certificaciones y diplomas dando vuelta, pero los hechos nos indican que no avalan nada ni han servido de nada.

Ahora, todas estas teorizaciones y modelos que circulan, ¿Tienen alguna utilidad?.  Sí, la tienen; pero para aquellas personas que ya sean líderes (no Jefes), a las que les pueden aportar alguna herramienta que les ayude en su práctica y gestión.

El liderazgo tiene que ver con el SER, con nuestra esencia; allí está anclado, desde allí emana, y por lo tanto lo que hay que hacer es abrirle las puertas, activarlo. En el liderazgo la conceptualización no sirve, porque lo que somos no se puede conceptualizar. Lo que somos es una experiencia; el liderazgo es una experiencia.

Por lo tanto, si alguien quiere generar líderes de verdad, no busque un profesor de liderazgo, ni un curso, charla o modelo de liderazgo. Busque un formador – maestro que no enseñe, sino que inspire. que motive, que muestre y abra caminos. Que sepa iluminar el sendero para que cada persona lo recorra con su propia práctica y vivencia.

¿Cómo se reconoce a un maestro? Aquí van algunas pistas:

  • Porque es él, es auténtico, transmite la energía de la presencia; es simple y habla en simple. Cuando de la persona que tienes enfrente se desprende algo complicado (lenguaje, fundamentos o práctica), allí no hay maestría.
  • No se lo encontrará en medio de muchos títulos, rango o posiciones de poder. Un maestro de verdad no aparenta nada; no llama la atención; no parece nada especial. Es una persona normal, que no se muestra superior a nadie.
  • No se esconde detrás de algún modelo o teoría de moda, sino que muestra con convicción un camino propio, que es experiencial y vivencial.
  • No teoriza, no predica ni da recetas. Es pura experiencia y práctica. Sabe transitar desde el “hay que” al “como”.
  • Es alguien que demuestra que conoce el camino, lo ha recorrido y sabe cómo mostrárselo a otros. Un maestro de verdad tiene que haber vivido y experimentado.
  • Se mueve en un ritmo distinto. Su registro de fondo es la quietud.
  • No trata de venderse usando un tono engolado o haciéndose pasar por quién no es.
  • No enseña ni transmite conceptos. Sólo abre puertas, activa, motiva, ilumina y muestra un camino, transmitiendo claves prácticas para seguirlo.

En definitiva, actualmente está lleno de supuestos formadores que teorizan y teorizan, y apuntan hacia donde no hay que apuntar. Hoy en día en el ámbito del liderazgo hay muchos que por lo que dicen y conceptualizan, parece que supieran apretar tornillos, pero son muy pocos los que saben que tornillo apretar.

“El conocimiento es adquirido, la sabiduría es descubierta”

Charlie Amber

Un buen maestro sabe transmitir su maestría y hace que sus alumnos se descubran a sí mismos y expresen todo su potencial. Los hace transitar desde el mero conocimiento a la sabiduría, virtud o atributo supremo de un líder que se precie de tal.

La sabiduría consiste en saber qué hacer con cualquier conocimiento. Conlleva entendimiento, buen juicio y sentido común, que nos lleva a determinar que es aplicable y que no en una realidad concreta. Tiene que ver más con la asimilación de la experiencia, con la capacidad de ver, descubrir e interpretar la realidad.

La sabiduría integra el conocer para SER. Es una percepción, una experiencia directa de la realidad. El conocimiento se vuelve sabiduría cuando es asimilado de tal forma que se convierte en una forma de vivir, en una vida con propósito y significado.

Un aspirante a líder, al conectar con la sabiduría, pasa toda la información por un cedazo y la transforma en algo simple, práctico, completo y luminoso. Entra en el circuito de la maestría que debe tener todo líder auténtico, cuyos aprendizajes siguen un derrotero muy distinto a lo habitual y conocido:

  • Aprende a descubrirse, siendo él mismo, para a partir de ahí sacar su mejor versión.
  • Aprende a expandir su consciencia día a día.
  • Aprende a parar, a observar y a transformar desde la consciencia.
  • Aprende a desarrollar nuevos hábitos, transitando el camino que se le ha propuesto.
  • Aprende a “hacer aparecer al otro”, esencia del liderazgo.
  • Aprende a dejar al “Jefe” atrás, y a demostrar que liderar es puro “beneficio”.

En suma, un líder debe aprender desde la propia experiencia a ser también un maestro, que forma, que ilumina y que abre caminos inspirando y motivando a otros a seguirlos.