“El aprendizaje es experiencia; todo lo demás es información” (Albert Einstein).

Uno de los principales desafíos de las Organizaciones de hoy es pasar de una eficiencia creciente a un aprendizaje creciente. Los trabajadores del siglo 21 se encuentran insertos en un mundo globalizado, tecnológico y digital, en constante cambio, con una percepción de incertidumbre gigantesca, navegando en un mar de datos que muchas veces los sobrepasa e interactuando con un entorno que claramente está evolucionando en consciencia.

Hasta hace un tiempo aparecía como suficiente que los Formadores transmitieran conocimientos, datos, técnicas o información que permitiera escalar en eficiencia. Hoy esto no basta. Se requiere escalar en aprendizaje. Las Organizaciones que van a prosperar en el futuro venidero, son aquellas que logren diferenciarse a partir de incorporar en su ADN el aprendizaje continuo.

Ahora, ¿Qué deberíamos entender por aprendizaje?: algo sustancialmente distinto a lo que hemos conocido históricamente como capacitación, en que se transmitía un conocimiento específico para hacer algo específico. Hoy se requiere transmitir HABILIDADES para enfrentar un mundo nuevo y desafíos nuevos. El mero conocimiento en cualquier ámbito ya está disponible; sólo hay que buscarlo.

Al respecto cabe comentar los siguientes aspectos claves a tener en cuenta:

  • Las habilidades se aprenden a partir de la experiencia directa y no de la mera transmisión verbal. Esto determina que la forma en que se capacitaba hasta ahora deba ser reformulada completamente.
  • La persona que forme tiene que ser testigo de lo que predica. Debe haber vivenciado y experimentado lo que está intentando transmitir.
  • Se debe integrar lo educacional con lo organizacional. La formación y el aprendizaje continuo, deben ser la sangre de una Organización y deben ser gestionados en primer lugar por los directivos de la misma, los que ante todo deben ser formadores por excelencia.
  • Las Empresas deben empezar a ver más allá de la última línea del Estado de Resultados, e invertir en el potenciamiento de las personas mediante un esfuerzo en formación permanente, que sin duda tendrá un retorno significativo en productividad y compromiso.

“Trata a un ser humano como es y seguirá siendo lo que es. Trata a un ser humano como puede llegar a ser y se convertirá en lo que está llamado a ser” (Goethe).

Por lo tanto, el nuevo foco de la formación debe ser el de formar personas con habilidades que les permitan desarrollarse y no meros trabajadores con conocimientos focalizados. El efecto que esto puede tener sobre el potencial y motivación de un trabajador es gigantesco, ya que genera un círculo virtuoso. Como se dijo alguna vez, “el aprendizaje ocurre cuando alguien quiere aprender; no cuando alguien quiere enseñar”. Hay que generar en cada Organización un ambiente de aprendizaje, que incentive, que motive y que no sea sólo una fachada.

En relación a este nuevo foco, hay siete habilidades claves que hoy requieren los trabajadores y que serán las que marquen las diferencias entre una  Organización y otra :

  1. La habilidad para desaprender, que implica detectar y desechar lo que no sirve, romper paradigmas disfuncionales bajo los que hemos venido operando y limpiarnos de creencias que nos limitan.
  2. La habilidad para simplificar lo aparentemente complejo. El trabajador del futuro debe ser capaz de gestionar con simplicidad, entendiendo la esencia de la situación que tiene enfrente y buscando siempre la solución más expedita y sencilla.
  3. La habilidad para adaptarse rápido a la realidad, reinventándose permanentemente. Esto requiere que aprenda a aprender y a cultivar su equilibrio mental e inteligencia emocional.
  4. La habilidad para construir información para la operación y toma de decisiones. Hoy a todo nivel, existe saturación de datos y escasez de información.
  5. La habilidad para gestionar de forma consciente, cualquiera sea el ámbito en que se desenvuelva. Se debe aprender desde una consciencia del “darse cuenta”, que le permita expresar su mejor versión, mostrando lo que en el fondo ya sabe, con claridad, creatividad y compasión.
  6. La habilidad para autoliderarse y autogestionarse con disciplina, trabajando en forma eficiente y con foco, reportando a liderazgos que lo tutelan a distancia.
  7. La habilidad para conocerse a sí mismo, sublime capacidad de conectar con nuestra esencia para sacar lo mejor nuestro en cada y toda circunstancia. Esto implica entre otras cosas y en forma primordial aprender a manejar la mente; a usarla a nuestro favor y no en contra nuestra; a cultivar un estado de alerta y de atención plena; a reconocer y “gestionar” las emociones que muchas veces nos desbordan; y a aprender a moverse en un “estado de quietud” que genere un hacer productivo, consciente y que facilite la conexión con los demás.

Takeaways: La evolución que ha tenido el mundo y la sociedad hace imprescindible que las Organizaciones trasciendan el foco exclusivo en la eficiencia y pasen a una etapa en que el aprendizaje continuo sea el centro. El desafío es reformular lo que hemos entendido hasta hoy por capacitación, en que el aprendizaje se asociaba a la mera transmisión de conocimientos o técnicas específicas. Hoy se requiere transmitir e inspirar el desarrollo de ciertas habilidades claves, más que conocimientos