“En el ejército dan medallas a personas que se sacrifican para que otros puedan ganar. En las Empresas se dan bonos a las personas que están dispuestas a sacrificar a otros para poder ganar”

Simón Sinek

A pesar de que por todas partes y en todos los ámbitos se habla de lo importante que son las personas; de que son el centro; de que hay que valorizarlas; de que hay que darles “seguridad psicológica”; un buen clima organizacional, motivación, bienestar, y por cierto (como se ha puesto de moda hoy en día) un buen “salario emocional”; hay algo que no cuadra.

Y eso que no cuadra se puede resumir en una pregunta que muy pocos se hacen y casi nadie responde: ¿Por qué existe una brecha tan grande entre lo que se dice y lo que se hace en el ámbito de la Gestión de Personas?

En todos los discursos, tanto en la academia, en la literatura que generan los “expertos en Gestión de Personas”, como al interior de las propias Empresas; se intenta “vender” que las personas son lo más importante, que son el centro y el foco.”

Sin embargo, la triste realidad es que en la práctica se las considera como un simple “número desechable”, que es lo primero que va a parar a la calle cuando la Empresa enfrenta alguna contingencia. La verdad es que siempre el “hilo” se corta por las personas.

Al respecto, si alguien tiene dudas acerca de esto, que por favor mire como gestionan la mayoría de las Empresas, en que lo único que importa son los números que se obtienen en el corto plazo; y que se dé una vuelta por alguna organización, de cualquier tipo y tamaño, para que palpe que lo que allí se respira es puro miedo. Las personas pasan sus días con un miedo tremendo a que alguien las llame y les diga que ya les llegó su “fecha de vencimiento”.

Ahora, el tema es porque nadie se hace cargo de la pregunta e incoherencia señalada anteriormente. Todos “miran para el lado”, incluidas las personas que se dedican y se relacionan con la “Gestión de Personas”, y que por definición deberían tener como misión esencial el cuidarlas (Directores de Recursos Humanos; Gestores de Personas; Académicos; autores y consultores varios).

Una y otra vez me pregunto: ¿Por qué nadie levanta la voz? , ¿Estaré tan mal yo que veo un despropósito donde nadie más lo ve?

La única respuesta que tengo para lo anterior tiene que ver con los incentivos, que en el fondo llevan al “negocio personal”. Todos, monitoreados por el señor Ego, hacen la “vista gorda” pues hacen negocio con los despidos.

– Los dueños piensan en lo menos que van a gastar y en el consecuente efecto sobre las utilidades.

– Los Gerentes piensan en los suculentos bonos que van a cobrar por conseguir las metas de rentabilidad.

– Los Directores de Personas piensan increíblemente en su “negocio personal”, al “ganar puntos” con el CEO de turno.

– Los Consultores y Asesores en el ámbito de Recursos Humanos, y por cierto todo tipo de Empresas de apoyo y recolocación de personas, se soban las manos, pues se abren las posibilidades para generar un mayor nivel de negocios.

– Los empleados, compañeros de los sacrificados, hacen el negocio de callar “haciendo como si no pasara nada”, pensando ilusoriamente que “a mí no me va a tocar”, pues estoy demostrando en los hechos mi compromiso con la Empresa.

Lo que uno ve por todos lados, es total indiferencia e inconsciencia; como si esto de eliminar y sacrificar personas, fuera normal y no tuviera nada que ver conmigo. El mensaje mental debe ser algo así como: “mientras yo siga arriba del bote, todo vale”.

“Para un auténtico líder, el sacrificar personas siempre será la última opción”

El Autor

La inconsciencia que predomina en la sociedad, y que por cierto circula en abundancia por todo tipo de Empresas y Organizaciones, ha tenido entre otros efectos el que se normalice lo que no es normal.

Y no es normal sacrificar y echar personas a la calle para cumplir una meta y generar una mayor cantidad de beneficios. No es en absoluto normal ni razonable, considerar a las personas como un “número desechable”, que es lo primero que se toca para ajustar el balance, cuando la Empresa enfrenta alguna contingencia. Lo curioso es que esto lo han normalizado hasta las áreas de “Recursos Humanos”, que consideran lógico que se sacrifique a las personas porque por ejemplo bajó un poco la rentabilidad en el último trimestre.

Y es menos normal todavía, cuando las que sacrifican personas son Empresas que siguen generando millonarias utilidades. Pero claro, bajaron un poco los beneficios y peligran los bonos de fin de año.

Lo absurdo de todo esto es que se ha convertido en una práctica idealizar a “ejecutivos sacrificadores de personas”, en la medida que obtengan resultados económicos. El ejemplo más paradigmático es el de Jack Welch, ex CEO de General Electric, que en 1999 fue elegido por la revista Fortune como el ejecutivo del siglo. Si bien multiplicó los beneficios de la Compañía, batió todos los records en cuanto a despidos. En 5 años despidió la friolera de 118.000 trabajadores (de los 404.000 que tenía la Compañía al asumir). Esto a pesar de que se ganaba dinero, y que se seguía derrochando en ítems variados, como la remodelación del edificio corporativo y la construcción de instalaciones deportivas por un costo de US$ 75 millones.

Increíblemente la filosofía de Welch sigue presente hoy en la cultura de muchas Empresas: al 10% del personal (El con “menor rendimiento”) lo despedía todos los años; al 10% con mejor rendimiento le daba alguna zanahoria; y al 80 % restante lo mantenía en un estado de miedo y tensión permanente. Y este señor, que gestionaba mediante el miedo, se daba el lujo de escribir libros y dar consejos, siendo considerado un referente en lo que respecta a liderazgo.

Toda Empresa, salvo que esté en situación de quiebra o insolvencia, siempre tiene alternativas para reducir costos y mejorar sus cifras, antes que eliminar personas. Sin embargo, no se ven y no se exploran. Está automatizado que lo que hay que hacer es despedir a la primera,

Despedir no es la única opción para enfrentar contingencias. Es más, debería ser la última. Gestionar bien una Empresa, es poner a las personas en primer lugar, buscando alternativas con creatividad y consciencia, en donde participen tanto la administración como la fuerza laboral. En distintas épocas, hay casos de Empresas que lo han hecho. Por lo tanto, se puede.

Por ejemplo, a raíz de la última pandemia, la empresa Patagonia programó y negoció una reducción salarial para no tener que despedir a parte de sus empleados. Redujo el sueldo en un 20% a todos quienes ganaban más de US$75.000 al año; y a los máximos ejecutivos se les redujo el salario en un 50 %. Esto es consciencia en acción. Otro ejemplo más antiguo: a principios de la década de 1990, IBM, para enfrentar una fuerte crisis financiera, puso en marcha el programa “trabajo compartido”, que permitía a los empleados reducir sus horas de trabajo y el salario, conservando las prestaciones y la seguridad laboral. Este programa ayudó a reducir costos y a evitar despidos.

Tendremos mejores Empresas y una mejor sociedad, cuando los despidos sean excepcionales (por ejemplo, por un mal comportamiento del empleado, o por una situación de franca insolvencia), y no como algo que se considera normal y hasta lógico.

Al leer estas líneas, muchos deben estar pensando que soy un soñador y vivo en otro mundo. Bueno, considerándolo bien, a lo mejor tienen algo de razón.

Takeaways: Una Empresa bien gestionada no se mide sólo por la obtención de utilidades. Se mide por ello y porque se ha constituido en una comunidad viva, en donde las personas están realmente en el centro y en el foco de la gestión. Ellas importan y nunca son sacrificadas, sin explorar antes todas las alternativas posibles.