“El liderazgo no se entiende, ni conceptualiza. Se experimenta. Se percibe”. (El Autor)
 
Cuando hablamos de tener mejores Empresas, de tener Empresas conscientes y humanas, está implícito en esta aspiración el contar con liderazgos de verdad.

Si en una Organización no hay auténticos liderazgos, todas las buenas ideas o intenciones, se van a quedar atrapadas en palabras, discursos y conceptos.

Al respecto, me llama profundamente la atención , la distancia y discordancia que hay entre la multitud de páginas que se escriben todos los años en relación al liderazgo ; todo lo que se habla sobre el tema ; y la millonaria inversión que hacen las organizaciones en formación ; en relación a los paupérrimos resultados que se observan.

Si hay algo que escasea en el mundo empresarial es precisamente el liderazgo, lo que se puede comprobar a través de la energía que recorre a las Empresas. Abunda el miedo debido a que las personas se sienten y perciben como un “recurso desechable y que tiene fecha de vencimiento”.

Las escuelas de negocio tradicionales y la multitud de consultores que se alimentan de ellas, tienen una importante responsabilidad en que esta situación se haya venido potenciando, pues han terminado confundiendo liderar con gestionar.

A partir de lo anterior, nos hemos llenado de modelos, y de páginas y páginas con teorización sobre estilos y un cuanto hay, que  en el fondo ha derivado en recetas de cómo “sacarle trote a la gente”.

Lo señalado ha llevado a que en la práctica, quienes ejercen posiciones de liderazgo prioricen los números, la rentabilidad y la productividad, por sobre las personas, incluidos ellos mismos.

Desde mi punto de vista, el liderazgo se ha transformado en un mero concepto que se ha desvirtuado a tal punto, que ha perdido todo su valor. En el fondo se ha convertido en una especie de commodity que se usa para todo. Hoy en día pareciera que todo es liderazgo y que todos son líderes. Pero aquí pasamos a llevar una ley no escrita: cuando todos son líderes, nadie lo es.

Debemos “darle una vuelta a la tortilla” y reformular lo que se ha venido haciendo en el ámbito de la formación de líderes. Debemos pasar de los conceptos a la vivencia, de apuntar a la mente a apuntar a la consciencia y al corazón.

El liderazgo es algo vivo. No es un concepto ni una teoría muerta. Es lo que queda cuando hemos soltado y olvidado todo lo que hemos leído y nos han metido en la cabeza al respecto. Y lo que queda es lo que somos.

Liderar no es nada más ni nada menos que ser uno mismo, y hacia allí tenemos que apuntar: a despertar y darle alas a ese “líder interior” que todos llevamos dentro.

“Liderar es cuidar; cuidar es servir; servir es amar; y amar es hacer aparecer al otro” (El Autor).

Si me pidieran una definición de liderazgo diría que es “hacer aparecer al otro”, y el otro sólo aparece cuando hemos logrado ser nosotros mismos.

Sólo cuando yo soy auténticamente el que soy, sin máscara alguna  que esconda a un “personaje”, puedo generar el espacio que me permita ver al otro, reconocerlo y hacer que aparezca desplegando todo su potencial.

Un verdadero líder  siempre deja por donde pasa lo mejor de sí mismo, lo que deriva en que piense con la cabeza y actúe con el corazón.

Por lo tanto, el camino a seguir es uno solo. Mo más teorías ni conceptos. El aprendizaje debe basarse simplemente en expandir la consciencia para que aparezca el ser que somos.

Si queremos generar líderes auténticos y no de papel, este es el camino. No hay otro. Sólo cuando una persona conecta con lo que es, puede sacar a la luz y expresar lo mejor de ella.

Un líder es reconocido porque posee siete atributos esenciales que le dan un sello, y que por cierto son los que hay que trabajar vivencialmente:

-Consciencia de sí mismo y de los demás. Tiene activada la gran capacidad de “darse cuenta”.

-Quietud y serenidad interior. Se mueve en un mar de calma y silencio.

-Presencia. Tiene la capacidad de estar totalmente presente. Está donde hay que estar, siendo unidad con cada momento. Unifica el ser, con el estar y el hacer.
-Claridad. Domina su mente y no al revés. Sabe que hay que hacer y cómo. Cultiva una “mente de principiante”, que es una mente limpia, abierta y flexible.

-Actitud Consciente. Sabe gestionar cada momento, accionando en forma consciente y no reaccionando.
-Simplicidad creativa. Vive en la simplicidad y convive a diario con ella. Lo hace todo simple. Es un maestro en simplificar lo aparentemente complejo.
-Compasión. Ha desarrollado la capacidad de verse y de ver a los demás, poniéndose efectivamente en “los zapatos del otro”, lo que le permite alinear el sentir con la acción.

En definitiva, la invitación que les hago, es que reflexionemos acerca de lo que significa ser líder, y que nos enfoquemos en aquel camino que permita efectivamente despertar y sacar afuera, al líder que duerme en nuestro interior.

Takeaways: A pesar de que es uno de los tópicos acerca de lo que más se escribe, se teoriza y se da formación, el liderazgo sigue siendo un tema pendiente en el mundo de hoy. Si queremos generar líderes de verdad, se debe cambiar la mirada y reformular completamente lo que se ha venido haciendo hasta ahora.