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La Empresa que sueño

“Cuando tienes un sueño tienes que agarrarlo y nunca dejarlo ir” (Carol Burnett).

Las Empresas representan para una sociedad libre, lo que el corazón para el ser humano. Son el motor, lo que “canaliza y bombea” la energía creadora y los anhelos de las personas. Son por definición el lugar donde ellas pasan la mayor parte de su tiempo y por ende deberían ser el espacio propicio para que cada persona se desarrolle y pueda desplegar en todo su esplendor sus dones y talentos.

Es el lugar en que, a través de la interacción con otros, cada persona debería alcanzar la mejor versión de sí misma. Las Empresas, por lo que representan, deberían  ser además la encarnación del servicio y de una integración real con la comunidad en la que están insertas.

Lamentablemente y hablando en general, lo señalado no se da. Después de muchos años analizando y relacionándome con Empresas de distintas características, tamaños e industrias, lo que he visto dista mucho de lo que debería ser: Organizaciones ensimismadas en su propio beneficio; atrapadas en una maraña de mentiras e incentivos perversos y condicionadas en su actuar por paradigmas absolutamente disfuncionales, muchos de los cuales a estas alturas los podríamos catalogar de absurdos y hasta ridículos.

En su interior además, uno ve personas desmotivadas, con miedo y sin sentirse parte de ese algo que las cobija. Porque a pesar de las palabras y los discursos bonitos que se escuchan, ellas saben y sienten, como me lo confeso hace un tiempo el trabajador de una mediana Empresa, que en el fondo son “sólo un RUT o un código, que en cualquier momento puede desaparecer del sistema”.

Ante esta realidad, yo tengo un sueño, que es generar y construir Empresas de verdad, que sean conscientes de lo que representan y significan en una economía libre; que tengan claro que su gran objetivo es el servicio y que ellas parten y terminan en las personas y no en las utilidades. Pero para lograr esto, hay que ser radical; hay que ir a la raíz, a los fundamentos, para que el cambio sea real y se note. Hay que romper y sepultar paradigmas y hábitos que han mantenido atadas a las Empresas al egotismo, al egocentrismo y al poseer, retener y atesorar.

Para que el cambio sea fructífero, debe nacer de la consciencia de las personas, es decir desde el interior hacia el exterior, única forma para que se plasmen en la realidad los inefables atributos de nuestro Ser o naturaleza original. A estas alturas, ya no son viables los cambios cosméticos (“de lo exterior hacia lo exterior”), como lo hemos visto y comprobado con tristeza tantas veces.

“Romper paradigmas es cambiar lo que puede y debe ser cambiado” (Ismael Cala).

No sigamos hablando de Empresas más humanas. Hagámoslo. Esta es la oportunidad; no habrá otra. Sólo se requiere Consciencia y voluntad. Parafraseando a Walt Disney: “Solo hay una forma de comenzar a construir un sueño: dejando de hablar y comenzando a hacer”.

Takeaways: Sueño con generar y construir Empresas de verdad, que sean conscientes de lo que representan y significan en una sociedad y economía libres; que tengan claro que su gran objetivo es el servicio y que ellas parten y terminan en las personas y no en las utilidades. Pero para esto se requiere consciencia y sepultar paradigmas muy arraigados.

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